«Els pensaments d´uns joves intel·lectuals que fan del debat la millor estratègia per convèncer i de la reflexió la millor manera de comprendre». Así definía el profesor Santi Vallés a los jóvenes responsables de Acció Valenciana, una revista nacionalista que se publicaba en los años treinta. Han cambiado los rostros pero no la mayoría de las reivindicaciones. Sí algunas. El mundo nacionalista valenciano se ha visto regenerado en los últimos años con la aparición de varios nuevos representantes que encabezan en la actualidad las reivindicaciones en pos de los derechos soberanos. «Lo más cómodo quizás sería resignarme y mirar hacia otra parte, pero creo que es muy importante que todo el mundo se comprometa, que tome partido, que ponga las manos en la masa. Entre todos podemos construir un país mejor. Sólo tenemos que soñarlo con los ojos abiertos», afirma el cantante Pau Alabajos.

Respecto a la Transición –momento en el cual se definió más profundamente el devenir identitario– han aparecido varias modificaciones en el nacionalismo autóctono que se ha visto reflejado en sus personajes. Muchos de ellos proceden ahora de un panorama musical en clara proyección, defienden tesis que abogan por superar la ficticia batalla de los símbolos y ven en la escolarización en valenciano (a pesar de las innumerables carencias como fruto de la discutida política de la Generalitat) el hecho más prometedor.

Es el caso de Diego Gómez, ex presidente de Escola Valenciana tras ocho años en el cargo en una de las asociaciones que más ha crecido en el territorio valenciano en los últimos lustros. Les Trobades d´Escoles en Valencià reúnen cada año a más de doscientas mil personas en una fiesta que sirve para reivindicar la normalidad de la lengua en todos los ámbitos de la sociedad. «Sigo en la lucha porque considero que el valenciano es futuro para mis hijos», declara Gómez.

Si en los años setenta y ochenta los cantantes que utilizaban el valenciano para expresarse se podían contar por decenas, ahora existen centenares de grupos. La progresión ha sido meteórica. Muchos jóvenes se introducen e involucran en el movimiento valencianista gracias al gancho de la música y los cantantes se han convertido en dioses. Fueron pioneros Obrint Pas, el primer grupo que consiguió traspasar las fronteras y hacer gira internacional. Su líder, Xavi Sarrià, se ha erigido en un auténtico referente del nacionalismo y cada una de las letras del grupo de Benimaclet llega a más gente que los repetidos versos del libro de Joan Fuster «Nosaltres els valencians».

Otros grupos no se quedan cortos y a la estela de Obrint (y de los ritmos ska-rock con dolçaines) han conseguido vender discos como churros y rodar a lo largo de Europa. La Gossa Sorda procede de la Marina y su cantante, Josep Nadal, ha llegado a capitanear un programa radiofónico de música y reflexión valencianista. «No tenemos televisión pero tenemos canciones. Son una pequeña revolución todos los jóvenes valencianos que han montado un grupo y luchan para llevarlo adelante cantando en su lengua. Está llegando a cada rincón del país pues es una nueva forma de militancia y de expresión lejos de la política tradicional», declara Nadal.

Pau Alabajos se ha convertido ya en el sucesor de cantautores de la Transición como Raimon, Ovidi o Paco Muñoz y, además, es secretario del Col·lectiu Ovidi Montllor que realiza una labor impagable en la promoción de nuevos grupos. Prepara su tercer disco y ha rodado por medio mundo dando a conocer sus trabajos y reivindicaciones. Ha sido bandera, como buen torrentino, de las reclamaciones de las familias afectadas por el accidente del Metro. «El nacionalismo valenciano es crucial en los tiempos que corren, en cuanto que este posicionamiento político tiene como uno de sus objetivos primordiales promover y preservar la lengua y la cultura propias de nuestro país, asociando la defensa de la identidad al progreso y a la justicia social. Todas las iniciativas, cívicas y políticas, que trabajan para hacer del País Valencià un lugar más habitable y más digno, pasarán siempre para reivindicar una educación en valores, una democracia más participativa o una sanidad pública con garantías», declara Alabajos.

«Los objetivos del valencianismo siempre han ido ligados a la cultura y la lengua y se han olvidado de aspectos tan importantes como vertebrar el país en infraestructuras o económicamente y integrar a los recién llegados», explica un Diego Gómez que defiende la aparición de nuevos jóvenes que ofrezcan nuevas formas de interpretar el valencianismo.

Una de las sensaciones de los últimos años es el cantaor de Xàtiva Pep Gimeno «Botifarra», quien ha conseguido revitalizar la música tradicional valenciana. Viejas canciones populares cantadas hace siglos por los agricultores son ahora tarareadas por jóvenes gracias a la calidad de un setabense que ya ha vendido cerca de quince mil discos.

La Universitat como fuente

Por lo que respecta al mundo de la cultura, dos personajes están desarrollando carreras profesionales alrededor de la reflexión nacionalista, erigiéndose como referentes. Son el profesor asociado del Departamento de Historia Contemporánea, Ferran Archilés y el también docente Vicent Flor, que en breve publicará su tesis doctoral sobre el anticatalanismo. Archilés ultima la presentación de su trabajo sobre la obra de Joan Fuster, habiendo reflexionado hasta la actualidad como nadie sobre la identidad de los valencianos. La revisión de las teorías del intelectual de Sueca han marcado las disputas internas dentro del valencianismo. Aparecen autores que se niegan a corregir los dogmas de fe del fusterianismo como pueden ser Antoni Furió, Gustau Muñoz o Pau Viciano mientras otros consideran que esta vía está agotada y que es necesaria una entente cordiale con todos los valencianismos.

«El nacionalismo carece de constancia estratégica (a menudo ha ´pecado´ de cambios constantes que le han restado credibilidad); liderazgos sólidos y con proyección y, por último, capacidad didáctica pues muchas veces se ha abusado de un intelectualismo arrogante y los ´otros´ nos han robado la cartera», opina Flor.

Aparece Laporta

Otra de las escritoras que lleva muchos años en la picota es la alcoyana Isabel Clara-Simó, quien, sin embargo, ha vuelto a primera fila gracias a su ingreso en Solidaritat Catalana per la Independència, el partido independentista liderado por el ex presidente del Barça Joan Laporta. Además de la entrada del histórico independentista valenciano y dirigente del PSAN Josep Guia en la lista por Barcelona, también integraron las candidaturas de Solidaritat el saguntino Alfons López Tena y el setabense Carles Solà. Enormemente trascendental es la labor que está desarrollando Vicent Olmos desde el mundo editorial. El historiador de Catarroja consiguió, con la dirección de la revista Afers, poder seguir trabajando a favor del país «creando un discurso nacional como hacen en todos los países del mundo y recuperando nuestra memoria». Afers se ha destacado en los últimos años como una publicación con gran vitalidad por la calidad de unos artículos que pretenden ser fuente de debate de la cultura valenciana. «Necesitamos mejorar la sanidad, el transporte público y la educación, por ejemplo, y eso sólo pasa por tener a gobernantes que piensen en el País Valencià y no en su carrera en Madrid. Están dilapidando nuestro patrimonio porque no piensan en nosotros», defiende Olmos. Comparte al dedillo las tesis del editor el cantante de La Gossa Sorda: «El provincianismo del PP y del PSOE no sólo castra el territorio y la cultura sino que afecta de manera letal a sectores como la agricultura, la industria, la sanidad, la educación, las infraestructuras y las cajas de ahorros. Ahora que ha estallado la burbuja tenemos unas instituciones públicas endeudadas al máximo y una barbaridad de gente sin trabajo. Estamos pagando muy cara la falta de visión de país. El valencianismo acerca las decisiones». También ha adquirido gran visibilidad en los últimos años la portavoz del Centre d´Actuació Valencianista Faustí Barberà, Clara Ferrando. La plataforma pretende impulsar la unidad, el fortalecimiento y la vinculación social del valencianismo. Un aspecto reúne las opiniones de todos, el esencialismo alrededor de la lengua. El valenciano como hilo conductor de las reivindicaciones nacionales. «El valencianismo es posible. Sólo hay que fijarse en tres referentes sociales como son el mundo de la pilota, las bandas de música y Escola Valenciana. El único requisito es amar el valenciano. Han tenido un éxito espectacular en los últimos años», explica el ex presidente de Escola Valenciana. Todas estas «nuevas caras» exponen un mensaje lleno de optimismo en el que todo parece que está por hacer y simplemente hay que ponerse a hacerlo.

«País anònim, sense símbols, a la deriva del temps i de l'espai», relata Alabajos en una de sus canciones. Seguirán luchando para que no suceda. Aparecerán nuevos jóvenes para intentar evitarlo.

Una vida en clave valenciana

Josep Lluís Bausset recibió recientemente el Premio Importante de Levante-EMV en reconocimiento a su centenario y a una vida entera luchando por la cultura y la lengua de los valencianos. El ahora alcudiano representa como nadie esa estirpe de hombres y mujeres que llevan décadas en el frente de las reivindicaciones. «L´home subterrani» para su amigo Joan Fuster nació en 1910 y ya durante la dictadura de Primo de Rivera se alió a movimientos valencianistas para reclamar el Estatut. Por entonces, no hacía mucho que había nacido el valencianismo político. Los movimientos que cuestionan la configuración y el centralismo español aparecieron a principios del siglo XX y en el caso autóctono se considera a Faustí Barberà como el padre del valencianismo. La saga de los defensores del valenciano como lengua vehicular, de la cultura y de la historia procedente de Jaume I o de las comarcas y del derecho soberano de los pueblos a decidir sobre su futuro han sido minoritarios pero han conseguido siempre que su mensaje —cercano a las élites culturales— tuviese mucho calado en la política. En los años sesenta aparecieron las obras de Joan Fuster que revolucionaron el espectro político nacionalista. A partir del intelectual de Sueca se engarzaron las líneas a seguir en las siguientes décadas, ya fuese alineándose a su lado (con la teoría de la «mata de jonc» y la unión con Catalunya y Las Islas en los llamados Països Catalans) o retractándolo y defendiendo vías intermedias de conciliación con los otros movimientos valencianistas próximos al regionalismo. La guerra de los símbolos de la Transición (lo que vino a llamarse Batalla de Valencia) extremó las posiciones. Ineludibles fueron los trabajos salidos de la Universitat como los de Alfons Cucó o Vicent Soler, la labor de intelectuales como Joan Francesc Mira, editores como Eliseu Climent o políticos como Francesc de Paula Burguera. Muchos otros valencianistas se mantuvieron y se mantienen en el anonimato.