Cuando había pasado ya la época dorada de Perpiñán como meca del cine prohibido, Vicent Madramany llegó a la ciudad francesa. Corría el año 1979 y se desplazó allí para dedicarse a su trabajo de importación y exportación de fruta. Ésa era su profesión. Pero su gran pasión era el arte. Desde muy joven se lanzó a la pintura y al coleccionismo. Y al poco de aterrizar en Perpiñán acarició un secreto sueño: fundar allí un museo de arte contemporáneo. Con esa intención compró hace dos décadas un destartalado y viejo almacén de frutas y verduras con una superficie de 1.400 metros y situado a pocos pasos de la mítica estación de trenes de la ciudad. Ahí nació el germen de un sueño que se materializó en 2004.

Ese año, después de renovar el almacén y convertirlo en una obra de arte que fusiona las centenarias vigas de madera con metales y vidrios modernos, Madramany fundó el museo. Se llama À cent mètres du centre du monde (a cien metros del centro del mundo) y sigue siendo el primer y único museo de arte contemporáneo de Perpiñán. "Era un proyecto un poco loco y ambicioso, que tenía todos los visos de ser deficitario", explica Madramany desde Perpiñán. Pero el museo lleva seis años y ya se ha convertido en un referente artístico de la capital de los Pirineos Orientales.

"Cada año los visitan entre 7.000 y 8.000 personas", calcula Vicent Madramany. De ellos, más de 2.500 son estudiantes, desde l'école maternelle hasta la universidad. Y todos se impregnan del aroma valenciano que desprende el museo. No sólo por las rotulaciones del centro -"aquí lo hacemos todo en francés y catalán, o en francés y valenciano, como quieras llamarle", apostilla Madramany- sino porque el museo ha apostado de manera clara por el arte valenciano. "Hemos presentado obras de artistas valencianos como Manuel Boix, Rafael Armengol, Artur Heras, Adrià Pina, Tània Blanco, Carmen Calvo, Joan BarberàÉ Y ahora, por ejemplo, tenemos en exposición la obra de Monique Bastiaan, una holandesa afincada en Chiva desde hace 25 años", explica con orgullo el fundador y director del museo.

Desde el año pasado se ha acentuado la valencianidad del museo de Perpiñán. Después de haber oído hablar de la hazaña de Madramany, el director del Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana, Nicolás Bugeda, se acercó a las proximidades del centro del mundo y quedó encantado con el museo. En agosto de 2009,el consorcio firmó un convenio con el centro de Perpiñán para que promocionase el arte valenciano. Y en virtud de ese acuerdo, À cent mètres du centre du monde albergó el pasado abril una muestra antológica del pintor valenciano Balbino Giner con motivo del centenario de su nacimiento.

Más de 400 obras

Pero el museo de Vicent Madramany no sólo muestra a valencianos. Entre su colección de más de 400 obras -propiedad de una decena de coleccionistas que las han cedido para que se gestionen de forma mancomunada y puedan ser exhibidas- y las cuatro exposiciones anuales, el museo de Perpiñán ha enseñado obras de Ben Vautier, Claude Viallat, Jean Le Gac, Guinovart, Antoine Giacomoni, Tony Bevan o Vincent Corpet. "Aunque Perpiñán es una ciudad mediana [120.000 habitantes] y el arte contemporáneo todavía es minoritario, algunos apasionados estamos intentando despertar la curiosidad y el interés de la gente por el arte contemporáneo para que eso cambie y vivan una vida más plena", subraya. Suena a osadía. Casi tanto como que un alcudiano se haya atrevido a fundar el primer museo de arte contemporáneo junto al "centro cósmico del mundo".