El teniente general Jaime Milans del Bosch quiso nadar y guardar la ropa cuando se decidió a dar el golpe. Consciente de las consecuencias que podía acarrearle, quiso pasar primero por defensor del orden tras los acontecimientos de Madrid y luego se rindió a la voz de Viva el Rey. Los bandos que emitió al principio y al final de su peripecia así lo atestiguan.

Nada más conocerse la entrada de Tejero en el Congreso, Milans firmó un documento por el que militarizaba todos los servicios públicos; daba carta blanca al Ejército para repeler "agresiones" civiles; prohibía la actividad de partidos y sindicatos; declaraba el toque de queda; y asumía el poder judicial y administrativo, todo ello "durante el tiempo estrictamente necesario para recibir instrucciones del Rey o de la superioridad".

Cuando comprendió que el golpe había fracasado, Milans emitió otro bando, al que ha tenido acceso Levante-EMV de manos de un militar que decidió conservarlo, en el que derogaba la orden anterior y agradecía a las autoridades, las entidades, las corporaciones y los medios de comunicación la comprensión que habían demostrado con sus medidas. "En todo momento -decía- la intención de este mando ha sido y es el servicio a España, el respeto a la ley bajo en mando supremo de S. M. el Rey, cuya adhesión inquebrantable queda patente hoy más que nunca".

Su estrategia, sin embargo, no valió de nada. Milans del Bosch fue arrestado y condenado a 30 años de prisión, aunque sólo cumplió 8 por su avanzada edad (fue indultado). Murió en 1997 a los 82 años de edad y fue enterrado en el Alcázar de Toledo.