Domènec Escribà nació en Barcelona «por accidente», pero ha vivido en Llombai, Xirivella y Benifaió, donde tiene casa y es fallero. Ahora vive en Barcelona.

­­

­Una «dehena» de «cavallers de la Ploma» en Barcelona. Menuda imaginación…

Fue idea, en 1951, de un grupo de valencianos residentes en Barcelona. Era gente con gran apego a su tierra y estaban guiados por un sentimiento valencianista.

­No sólo es un apego a Valencia, sino también a su pasado como reino independiente…

Evidentemente. Jaume I conquistó Valencia y lo hizo independiente. Y este sentido de independencia arrebatado por Felipe V es el que intentamos rescatar al máximo, però ho tenim malament. Entre los de dentro y los de fuera, lo tenemos complicado. Nosotros hacemos lo que podemos.

­Lo tienen «malament», pero Jaume I tiene una milicia en Barcelona, aunque sea de septuagenarios y octogenarios…

Es, naturalmente, algo simbólico. Pero estas iniciativas son necesarias para que no se pierdan las raíces y los valores, algo que tenemos muy arraigado los cavallers más antiguos del Centenar de la Ploma.

­Algunos lo considerarán un reducto anacrónico de nostálgicos.

Sí, algunos lo ven un poco folclórico. Pero cuando explicamos el origen a la gente, a todos les gusta.

¿Y se animan a apuntarse?

Salvo algunas personas cargadas de añoranza como nosotros, la gente no se inclina ya por estas cuestiones. Antes había más presión para entrar. Cuando yo ingresé en la dehena, estuve 4 años como aspirante sin plaza hasta que algunos murieron y otros lo dejaron. Sin embargo, ahora no contamos con ningún aspirante pese a tener vacantes. No hay relevo generacional. Es complicado mantener esta lucecita y sólo vamos quedando los sentimentales. Es una guerra perdida.

­¿Cómo ven la división del valencianismo que existe en la Comunitat Valenciana y dónde se sitúan ustedes?

Esa división es lamentable, y en la cuestión lingüística la culpa está en los nombres. El problema no está en si el catalán y el valenciano son o no el mismo idioma, porque son variantes de un mismo romance latín. El problema es el nombre, que no debería ser ni «valencià» ni «català», sino un nombre genérico que sirva para todos. Yo propongo que se llame «romanç mediterrani», que estaría dividio en catalán, valenciano, mallorquín…

­No comparten ideología…

Bueno, yo diría que los de Valencia son un poco más fundamentalistas. Pero también se preocupan por las tradiciones y las mantienen. Ahora bien: es lamentable que en Valencia haya esa pugna entre los catalanistas y los blaveros. Eso es terrible. Todos deberían ir a una: sentirse valencianos y se ha acabado.