Aparte de las grandes gestas como fueron la creación de la Universidad Católica de Valencia, la visita del Papa o la recuperación de un capelo cardenalicio para la archidiócesis valentina 85 años después, y dejando también de lado las sombras de su pontificado siempre remarcadas por sus críticos, como la beligerancia contra el valenciano y el bloqueo del missal, la división del clero, la falta de brío espiritual o la derechización de la diócesis, hay algunos pequeños gestos de Agustín García-Gasco, casi desconocidos, que pasarán a la historia. Uno de ellos fue la creación del Instituto de Retribución del Clero, que puso fin a las grandes desigualdades salariales entre el clero valenciano al crear un fondo de compensación que mitigaba el infortunio económico de trabajar en una parroquia pobre o en pueblo pequeño.

Con García-Gasco, se empezó a garantizar una retribución mínima a los sacerdotes, que el año pasado quedó fijada en una nómina mensual de 795 euros (con dos pagas extra), que puede completarse por antigüedad (6 euros por trienio) y con los estipendios de misa (10 euros por eucaristía -máximo de una al día- en las parroquias donde los fieles encargan intenciones por los difuntos).

El purpurado manchego también acabó con el "clasismo" en la catedral de Valencia. Con él desapareció la división en la Seo entre canónigos y beneficiarios (subalternos de los canónigos) y convirtió a todo el personal en canónigos. Ambas medidas fueron aplaudidas por la mayoría de sacerdotes.

Fueron dos medidas internas poco conocidas. Tampoco está muy difundida la opinión de sus próximos. El obispo auxiliar de Valencia, Enrique Benavent, que trabajó cuatro años a su lado, recordaba ayer para este diario que "don Agustín" (como todos lo conocían) era "una persona muy respetuosa en el trato personal y era muy educado y elegante con sus colaboradores". Asimismo, Benavent destaca sus "convicciones firmes" y que "trabajó con una idea clara de cuál era su ministerio en Valencia".

El deán de la catedral de Valencia, Emilio Aliaga, a quien nombró canónigo de la Seo en 1995, apuntó que García-Gasco tuvo que hacer frente a "un cambio político fuerte" nada más llegar a Valencia y que eso condicionó un pontificado "importante". Su mano derecha en materia litúrgica, el canónigo de la Seo Jaime Sancho, considera que "con el tiempo, la figura del cardenal cobrará su verdadera dimensión" y quedará a la altura de los grandes arzobispos valencianos del siglo XX. "Es cierto que su carácter era muy castellano y que tenía un gran sentido de la dignidad del cargo. Pero, ante todo, siempre fue muy coherente con su proyecto social y de Iglesia", añade.