Primero fue Stéphane Hessel y su libro ¡Indignaos! El millón de ejemplares del simple y breve manifiesto de un nonagenario veterano de la resistencia contra los nazis despertó la conciencia de los jóvenes de Francia. El rumor llegó a España, donde diferentes movimientos hicieron suyo este alegato contra la indiferencia, la «dictadura del mercado» y el desmantelamiento del Estado social. El domingo 15 de mayo, la plataforma ¡Democracia Real Ya! convocó manifestaciones en toda España, y lo que hace una semana comenzó como una marcha más en Valencia, una protesta de unos cuantos miles de personas contra el orden económico, se ha convertido en un movimiento que pretende «cambiar la historia».

«Nos quedamos 20 personas la primera noche, parecía ilusionante, y seis días después somos más de 15.000», comentaba anoche Pablo Bordera, uno de los portavoces de la acampada desde la «plaça Quinze de Maig, como han rebautizado la plaza del Ayuntamiento.

Entre la foto del pasado lunes, con 20 personas reunidas frente al consistorio, y la muchedumbre que anoche invadió la calle más allá de la plaza (15.000 personas, según la organización), la evolución es imparable. En esta semana las asambleas han ido creciendo hasta los 5.000 ciudadanos concentrados del viernes, pero también los indignados han focalizado a base de reuniones e intervenciones públicas sus reivindicaciones.

El campamento se ha sofisticado, con una organización que incluye comisiones de comunicación (prensa, redes sociales), de logística (jurídico, cocina, material), de limpieza, de acción y creativa (ludoteca, espacio escénico). Incluso han creado una liturgia propia, con gestos del lenguaje de los sordomudos para agilizar las asambleas.

«Pijos y punkies»

«Lo que más me ha impactado es la comunión de gente tan diversa: hay pijos y punkies, del Barça y del Madrid», explica gráficamente uno de los líderes de la acampada. De momento, este magma de edades y procedencias sociales se ha convertido en protagonista absoluto de la campaña electoral. Y al convertir la plaza del Ayuntamiento en la «Quinze de Maig», también han dejado una imagen para la historia. El verdadero reto vendrá tras las elecciones, pero los del 15-M advierten: «No tenemos miedo, tenemos que organizarnos bien».