La afluencia a las urnas desmintió ayer, tal como sucedió en las recientes elecciones catalanas, los pronósticos de todos los analistas que auguraban una elevada abstención, de en torno al 65-66 %, como consecuencia de la creciente desafección hacia la política alimentada por la crisis económica y el paro. El movimiento 15-M, protagonista en el último tramo de la campaña, no tuvo un efecto desmovilizador hacia las urnas, sino que favoreció que anterior electorado socialista confiara ayer en otras formaciones minoritarias, principalmente Esquerra Unida y Compromís. Con el 91,13% de voto escrutado, la participación se situaba ya en el 70,90 %, frente al 70,17% definitivo en los comicios de 2007 (un 29,9 % de abstención).

No menos llamativo fueron los votos en blanco y los nulos, que doblaron a los registrados en 2007 y podrían esconder en parte electorado popular que ha optado por la papeleta sin candidato o una tachada. Con el 92% escrutado, sumaban el 4,08% de los votos (93.445 sufragios), frente al 2,07% (50.724 definitivos) que supusieron en 2007. Eso podría explicar una parte del retroceso en porcentaje de voto -que no en escaños- del PP pese al hundimiento del PSPV, una caída ésta última que se reparten sobre todo EU y Compromís.

Los análisis señalaban que una mayor abstención beneficiaba al PP y a los minoritarios. A los populares, porque su electorado ya estaba muy movilizado, mientras el PSPV tenía un 25% de indecisos e incluso un 10% de electorado de 2007 se inclinaba, según el CIS, por respaldar al partido de Camps. Sin embargo, una participación algo mayor a la de hace 4 años no ha beneficiado al PSPV sino a las formaciones minoritarias, en unos comicios donde el factor voto útil en favor de los socialistas no ha jugado. Las continuas apelaciones al voto oculto desde las filas socialistas para exorcizar los malos augurios de las encuestas no se han visto confirmadas. El hundimiento ha sido mayor del que presagiaban los sondeos.

En los anteriores comicios celebrados en la Comunitat Valenciana, las europeas de 2009, la abstención fue del 47,2 %, pero estas elecciones no sirven de referencia ya que tradicionalmente no invitan a los ciudadanos a acudir a los colegios electorales. Los datos tampoco son comparables con las generales, en los que la participación es mucho más -78,8 % en 2008 y 77,7 % en 2004- que en autonómicas.

Históricamente, la mayor participación en una convocatoria a Corts se registró en 1995, cuando el PP liderado entonces por Eduardo Zaplana desbancó al PSPV de Joan Lerma, que llevaba gobernado desde 1983. Fueron los comicios del cambio en la Generalitat y un 76 % de valencianos acudió a votar, una participación equivalente a la de unos comicios generales. La siguiente mejor marca se registra en la convocatoria de 1987, cuando la afluencia a las urnas fue del 74,5 %. En aquellos comicios de 1987, el PSPV perdió la mayoría absoluta que había logrado en las primeras elecciones autonómicas (1983) y en las Corts se sentaban diputados de hasta cinco grupos: PP, PSPV, la coalición de Esquerra Unida y los nacionalistas de UPV (hoy Bloc), Unión Valenciana y CDS.

Curiosamente, esos primeros comicios autonómicos de 1983 no contaron con la participación que cabía esperar (72,7 %), sobre todo si se compara con la de las generales de tan solo unos meses antes, las de 1892, que en la C. Valenciana atrajeron a los colegios al 84,2 % de los electorales, la mayor participación de la historia, incluso por encima de los primeros comicios de 1977 (84,1 %). El registro más bajo (el 50,4 %) se dio en las europeas de 2004.