En febrero de 2004, Juan García Sentandreu leyó con solemnidad el Discurs Fundacional del Nou Valencianisme, que de inmediato pariría Coalició Valenciana, y allí aseveraba: "En política, como en cualquier otra empresa humana, lo importante es tener razón. Que los demás nos la den es sólo cuestión de tiempo". El tiempo ha pasado. Siete años y tres meses, para ser exactos. Y la gente no ha dado la razón a su regionalismo de tintes duros. Partía con la ambiciosa aspiración de recuperar el terreno perdido por Unió Valenciana, pero Coalició Valenciana se ha estrellado contra la realidad. En 2007 obtuvo 17.331 votos a las Corts y 20 concejales, y en los comicios del domingo cayó a la mitad: 9.334 sufragios y diez concejales. Insignificantes. Por ello, el Consell Foral de Coalició Valenciana -la cúpula del partido- aprobó anoche por 28 votos a favor y dos en contra la suspensión de su actividad política.

Según reza el texto aprobado anoche a petición de García Sentandreu, "Coalició Valenciana suspende sus actividades políticas y órganos de la actual estructura, vuelve a la lucha y movilización social en las entidades que lo alumbraron". No ha bastado con la renuncia personal de Sentandreu. El partido más radical del acotado espectro blavero arroja la toalla en bloque y dará apoyo a sus ediles desde la Fundació Nou Valencianisme.

Con los resultados del 22-M, dice su hasta ahora presidente, "queda claro que Coalició Valenciana no tiene un sustrato sólido -aunque seamos la única fuerza valencianista superviviente después de la espantada de UV hacia el PP- como para mantenernos cuatro años más desangrándonos y dejando en evidencia la falta de respuesta social", porque lo único que conseguirían sería "humillarnos más ante una sociedad que, no nos equivoquemos, nos ha dado políticamente la espalda".

A juicio de Sentandreu, "no es el momento de Coalició ni de un valencianismo de calado que, por desgracia, no tiene unas raíces sólidas dentro del cuerpo y del alma del pueblo valenciano". A causa de la "debilidad ideológica y patriótica de la sociedad valenciana", y "a la espera de un momento más propicio para la política", el partido que ha hecho bandera del anticatalanismo más furibundo, el ataque constante a la AVL y la crítica a sectores tradicionales del blaverismo como Lo Rat Penat o la Real Acadèmia de Cultura Valenciana, arroja la toalla política y se refugia en su guarida social del Grup d'Acció Valencianista (GAV) y la Coordinadora d'Entitats Culturals del Regne de València. Es más: Sentandreu recalca su deseo de "no interferir, sino colaborar, en cualquier iniciativa política que se tome en el futuro en defensa de nuestro ideario fundacional".

Sin Coalició Valenciana, y con Unió Valenciana desactivada y sin perspectivas de resucitar, al blaverismo político -que alcanzó los 208.000 votos en 1991- sólo le queda Units x València y sus 3.629 sufragios (0,15%). Así pues, la sensibilidad regionalista ya ha quedado instalada por completo bajo las alas de la gaviota popular.