Desde el Lazarillo de Tormes a nuestros días el hurto de productos alimenticios ha sido una práctica que el español con pocos recursos ha sabido manejar con destreza para salir adelante en tiempos de penurias. Ahora que la crisis económica aprieta los robos en supermercados han dejado de ser una mera anécdota y suponen un grave problema para sus propietarios. Pero, ¿cuántos de éstos hurtos de comida son realmente por hambre?

El delito de hurto famélico, entendido como tal, desapareció hace años en España ya que en un país desarrollado y con un sistema de servicios sociales, al cual pueden acudir las personas necesitadas, se considera que nadie está en una situación de hambruna como para verse obligado a delinquir. Eso sí, el Código Penal recoge un atenuante de estado de necesidad para este tipo de robos.

"Casi nadie roba para comer, es más, en todo el tiempo que llevo trabajando nunca he pillado a nadie robando una barra de pan sino que siempre cogen cosas caras, jamón ibérico y botellas de alcohol, para luego venderlo", reconocía Manuel, encargado de un supermercado de Valencia. "Además, el que roba por necesidad no lo detectas porque sólo coge aquello que necesita, son cosas pequeñas y le da vergüenza que le cojan", añadió.

De hecho, la mayoría de los hurtos que se producen en los supermercados valencianos son "robos a la carta", según manifestaron los responsables de distintos establecimientos de la capital. "Roban aquello que puedan vender fácilmente, principalmente quesos y embutido del más caro. Se lo venden a los abueletes que pagan un euro por una cuña que a lo mejor cuesta tres o cuatro euros. Es una venta asegurada", argumentaba Manuel.

La lista de la compra

Agentes del Grupo de GOES de la Policía Local han identificado en reiteradas ocasiones a un grupo de mujeres que se colocan en los alrededores del estadio del Mestalla los días de rastro y los jueves en las proximidades del mercado del Cabanyal con puestos de comida y objetos presuntamente sustraídos en supermercados. Fuentes policiales apuntaron que estas mujeres venden la mercancía principalmente a personas mayores, quienes previamente les han hecho una lista de la compra con aquellos productos que estarían interesados en comprar a un precio inferior al de mercado.

"Venden de todo, desde tacos de jamón hasta cuchillas de afeitar y detergentes. Lo que la gente les encargue", explicaba un agente. Respecto a los compradores las fuentes consultadas aseguran que suele ser gente mayor, "jubilados que dicen que no les llega la pensión", apuntaron.

Pese a tener conocimiento de estos hechos la policía sostiene que es muy complicado detener a estas personas ya que en cuanto ven movimiento de agentes "levantan el chiringuito". Además, en caso de poder probar que son objetos robados, se aseguran de que la cuantía que lleven encima no supere los 400 euros, para que sólo se considere una falta.

Los robos suponen en algunos establecimientos pérdidas de hasta el 10 por ciento de las ventas. "En el mes de enero nos robaron 23 botellas de alcohol en una semana y eso es mucho dinero para una franquicia", recuerda el propietario de un pequeño supermercado de Valencia. "Ahora hemos optado por esconder en el almacén el alcohol y si algún cliente lo solicita le sacamos la botella", explicó a la vez que esto tiene un inconveniente y es que si no está a la vista se pierden ventas, "pero perdemos más dinero si se llevan la botella", concluyó.

Además, otro de los problemas que ha acarreado la crisis es que el primer recorte que hacen los supermercados es en seguridad privada. "Si contratas un vigilante se te van los beneficios en pagarle el sueldo", apuntó Andrés. "Es una tarea que tenemos que asumir los trabajadores", asegura este encargado. "Nosotros tenemos nuestras contraseñas para que cuando uno ve entrar a alguien sospechoso todos estemos en alerta", añadió.

El perfil del ladrón

Respecto al perfil de las personas que roban en supermercados, Manuel confiesa que hay de todo tipo, desde toxicómanos que roban para ganarse algo de dinero vendiéndolo después, a mujeres que prefieren ahorrarse un buen pellizco en su lista de la comprar. "La reacción del ladrón al ser pillado suele ser de vergüenza, algunos incluso se hacen los ofendidos", explicaba este comerciante. "El otro día pille a una mujer y le dije que se sacara los quesos que se había metido en el bolso. Empezó a ponerse roja y después de un rato dijo: 'Pues cóbratelos', como si no supiera cómo habían llegado a su bolso", relató este trabajador.

"Se las saben todas, es muy difícil lidiar con ellos", reconocía Manuel. "Tienes que medirte al límite, lo que más te duele es la impotencia de no poderle poner la mano encima aunque lo veas que se está llevando tu género", confiesa este encargado.

"Recuerdo un hombre que se escondió en la espalda una caja de langostinos. Yo le decía que tenía todo el día pero que a él se le iba a congelar la espalda y el tío aguantó más de 20 minutos hasta que vino la policía y tuvo que sacar los langostinos", relató Manuel.

"Lo mejor es dejarlos y seguirlos hasta la puerta, si los paras cuando aún no han ido a caja lo pueden dejar el sitio o te pueden salir con que lo iban a pagar y que ellos tienen derecho a guardarse donde crean conveniente", explica Andrés. "Una vez te ha devuelto el producto te quedas con su cara y el chorizo sabe que no tiene que volver a esta tienda".

Algunos comerciantes optan por no presentar denuncia ya que son mayores las pérdidas de tiempo que el coste del producto. "A mi la denuncia me hace perder toda la mañana del robo y el día del juicio otra mañana de trabajo perdida", reconocía Manuel. "Al principio denuncias pero luego te das cuenta de que el ladrón puede perder todo ese tiempo, pero tú no".

"Los que roban aquí lo hacen por capricho"

El robo de productos de primera necesidad en centros comerciales es prácticamente inexistente. "Los que vienen a robar aquí no se llevan comida, sino ropa y productos electrónicos, roban por capricho", explicaba el responsable de seguridad de un superficie comercial de Valencia. Videojuegos, música, películas son los botines predilectos de los amigos de lo ajeno en este tipo de comercios, ya que se pueden ocultar fácilmente y su precio es relativamente elevado.

Con respecto a si ha aumentado el número de robos en estos últimos meses, las fuentes consultadas sostienen que no han apreciado cambios significativos en el cómputo total. "Esperábamos que con la crisis se produjeran más robos pero por el momento las cifras se están manteniendo en comparación con otros años", argumentó el responsable de seguridad. "Al mes podemos detectar entre 20 y 40 robos", aclaró.