Lleva diez años trabajando en España, siempre en la construcción y es un veterano del edificio InTempo. Una fractura en varias vértebras le mantendrá por un tiempo alejado del gigante que ha visto crecer día a día. Pero sabe que ha tenido suerte. Podría haber sido mucho peor. "Ya vimos la muerte de cerca, pasamos mucho miedo cuando caímos, pero en verdad que ha sido un milagro". Cristóbal Guanuluisa, ecuatoriano de 51 años de edad recién cumplidos, se recupera en el Hospital Comarcal Marina Baixa de las heridas sufridas la tarde del pasado viernes, cuando uno de los montacargas de la obra en la que trabaja, la del que será el mayor rascacielos de Benidorm, las torres InTempo, se desplomase desde la planta número 20 llevando a bordo a 13 operarios de la construcción. Todos sufrieron heridas, algunos de ellos graves, pero lo que podría haber sido una tragedia, ha acabado por ser casi un regalo divino.

"Siento felicidad"

"Estábamos a mucha altura y cuando empezó a caer, vivimos momentos de mucha desesperación, sólo pudimos cogernos fuerte entre todos, pensando que no lo contábamos". Por suerte, el sistema de frenado de emergencias del elevador amortiguó la velocidad de la bajada y, aunque no consiguió impedir que el habitáculo acabara chocando contra el suelo, sí evitó que el golpe fuera mortal. Y eso es algo que no olvidará ni Cristóbal ni sus otros doce compañeros: "Ahora lo que siento es felicidad, porque para lo que fue ha pasado poco", manifestaba ayer tendido sobre la cama hospitalaria en la que espera que los médicos le confirmen si tendrán que operarle o no de la lesión vertebral.

A punto de finalizar su jornada laboral, Cristóbal y sus compañeros habían recogido sus cosas para emprender la vuelta a casa. Recuerda que, por la mañana, varios técnicos habían estado revisando el montacargas que, ya por la tarde, se vino abajo por causas que ahora está investigando la Policía Nacional. A diferencia de otros compañeros, que tenían que transportar carga más pesada, él decidió subir andando hasta la planta 27 de la conocida como "torre Levante" del complejo InTempo mientras realizaban la inspección del ascensor. Un par de horas más tarde, sobre las diez de la mañana, finalizó la revisión y el montacargas comenzó a funcionar con "total normalidad" durante la jornada, recordaba ayer este operario: "Estuvo todo el día subiendo y bajando sin problema, así que nadie podía pensar que pasaría algo".

Por eso, al filo de las siete de la tarde, ninguno de ellos dudó en utilizar el elevador para regresar a suelo firme. "Dieron al botón de bajada y, al poco, de repente comenzó a caer. A medio camino se frenó un poco la velocidad, y por eso tuvimos suerte, porque si bajamos de golpe no lo contamos".