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­­Paloma Sanz asegura que lo que en principio era algo provisional («era habilitada estatal en excedencia y al pedir el reingreso estaba libre la plaza de Beneixama, a la que después concursé y ahora tengo en propiedad», relata) ha devenido en una situación definitiva. Un sueño, el de un trabajo estable y un lugar para vivir en el que asegura sentirse a gusto tanto ella como sus pequeños, que ahora se tambalea tras el fallo de la Audiencia de Castelló que obliga a los menores a vivir a más de 200 kilómetros de donde ella, que tiene su guardia y custodia, trabaja.

¿Cómo se explica esta decisión judicial?

Sólo encuentro una justificación: que la han puesto tres hombres. No sé cómo ejercitan ellos su labor de padres pero estoy segura de que si fueran madres el fallo sería otro. Desde que nacieron los niños están a mi cuidado y quiero seguir cuidándolos, pero si ellos están en Castelló y yo en Beneixama...

La sentencia no considera justificado para el cambio de residencia que usted tenga un trabajo fijo.

Pues no tengo otro, tengo 50 años y tampoco puedo dejarlo.

¿Puede haber influido en el fallo el hecho de que el padre de sus hijos sea magistrado en excedencia y conozca, por tanto, a los redactores de la sentencia?

Algo tiene que haber influido porque hace año y medio se encontró justificado el traslado de los niños a Beneixama y, tras una exploración del juez y del fiscal, concluyeron que mis hijos estaban bien en el pueblo.

¿Se han planteado la custodia compartida como posible solución?

Su padre jamás la ha pedido. Él siempre ha querido quitarme a los niños y yo llevo nueve años luchando por tenerlos conmigo. En ese tiempo él ha intentado arrebatarme la custodia aprovechando cualquier circunstancia y sus relaciones tanto a nivel judicial como político.

¿En qué medida?

Las relaciones existen en todas las profesiones y no creo que ninguno de los tres magistrados que han firmado la sentencia se les ocurra negarlas. No quiero ir más allá, pero desde que la sentencia se firmó hasta que se notificó pasó más de un mes. Y luego está el fallo que obliga a los niños a vivir en Castelló, algo que ni su padre ni yo habíamos pedido. Sólo quiero saber qué he hecho para merecer una resolución judicial que me mantiene la guardia y custodia, y que no sé cómo puedo ejercitar teniendo a mis hijos deportados a 220 kilómetros de donde yo trabajo y vivo. Me parece tremendo cuando el padre tampoco está en Castelló porque, como senador, pasa en Madrid la mayor parte del tiempo.

¿Ha pensado qué hará si al final la Audiencia de Castelló ratifica el fallo?

No puedo pensar en ello porque tengo cartas de mis hijos desgarradoras en las que me piden que no permita que les lleven a Castelló.

Ya, pero si los magistrados se mantienen, ¿cumplirá la sentencia?

Pues creo que no podría porque si lo hago me quedaría en la calle o sin posibilidad de ver a mis hijos. No puedo poner a replantearme mi vida profesional con 50 años, ni me encuentro con fuerzas ni la situación laboral está para ello.

¿Llegaría al desacato?

Estoy dispuesta a defender con uñas y dientes mis derechos y los de mis hijos. Ellos ya han dicho lo que quieren y no voy a pasar por lo que a tres señores togados, por muy togados que sean, se les haya ocurrido porque es una resolución injusta y, sobre todo, imposible de cumplir.