«Camps ha sido, en todo este enredo, su peor enemigo». El Mundo en su editorial de ayer atizaba una buena estocada al expresidente de la Generalitat, Francisco Camps, de quien recuerda que cometió dos errores imperdonables en política: dar su confianza a los cabecillas de una trama corrupta al abrirles la puerta de la Administración y mentir, al asegurar que no conocía a algunos de los imputados de la trama Gürtel.

Lamenta el periódico de Pedro J. Ramírez que Camps jamás quisiera dar una explicación ni en las Corts ni a la opinión pública y que cuando volvió a proclamar su inocencia lo hizo con la misma falta de argumentos de siempre, «como si creer en su palabra fuera una obligación o asunto de fe». El editorial culmina con el apoyo a Rajoy y recuerda el aviso para navegantes que lanzó el rotativo del Grupo Unidad Editorial antes de las elecciones: que Camps no tenía que haberse presentado a las elecciones ni Rajoy consentirlo y que por dignidad no podía sentarse en el banquillo.

El País, por su parte, destaca que la dimisión de Camps ha sido la salida «políticamente correcta», porque aceptar la pena debía ser algo «insoportable» para él, un gesto que le hubiera inhabilitado moralmente y de por vida ante sus votantes. El diario del grupo Prisa centra la mira telescópica en Rajoy, de quien dice que sólo ha reaccionado cuando ha percibido que el proceso judicial podría tener algún riesgo electoral en su camino a la Moncloa y que en sus cualidades «nada hay que esté relacionado con los valores más nobles de la política».

El periódico del grupo que preside Cebrián urge a Rajoy a que dé una explicación que vaya más allá de la «honorabilidad».

La Vanguardia afirma que en los últimos compases de esta tragicomedia, Camps se va de la mejor manera posible en términos políticos y que su decisión allana el camino a Mariano Rajoy. El periódico del Conde de Godó extiende el mérito de la decisión del expresidente valenciano a todo el PP y dice que en una España convulsa por la crisis, en la que el prestigio de la política está sufriendo un grave deterioro, «el PP rinde un tributo de ejemplaridad ineludible».

El ABC califica la decisión de Camps como una muestra de «responsabilidad política que le honra» y que dimitir no significa que reconozca su responsabilidad penal, sino todo lo contrario.

Tras calificar de «honrosa» la decisión de dimitir y etiquetarla como el último servicio que podía ofrecer a los ciudadanos, Las Provincias recoge que uno de los peores errores de Camps ha sido «la opacidad, la falta de trasparencia y la ausencia de información».