Pablo Garrigós Cucarella

Valencia

La "pesca amb rall", con esparvel en castellano, no ha tenido una vida fácil. En 1998 la Conselleria de Agricultura, Pesca y Alimentación paralizó la adjudicación de licencias porque este tipo de pesca no se ajustaba a la legislación europea, es decir, ni era profesional ni era recreativa porque los "rallaors" no pescaban para vender sino para sí mismo.

Tres años después, muchos maestros instruidos en esta pesca tradicional vieron la posibilidad de "volver" a ser legales si se conseguía constituir el "rall" como pesca recreativa. En 2001, se unieron en torno a la Asociación de Pesca amb Rall de la Comunitat Valenciana (Aparcova) para tumbar esta prohibición ya que, a su juicio, el hecho de no poder sacar nuevas licencias condenaba a la extinción una de las tradiciones valencianas más arraigadas en las costas y ríos valencianos así como en la Albufera de Valencia y, al final lo consiguieron.

El pasado 25 de mayo el Consell publicó en el DOCV un decreto que anunciaba la oportunidad de sacar nuevas licencias, y en los primeros días de este mes, las primeras ya fueron concedidas.

Para Juan Almiñana, presidente de Aparcova, este cambio en la voluntad de la administración es más que "positivo". "Era incompresible que los valencianos, principales valedores y exportadores de esta pesca por todo el mundo no pudiéramos practicarla", critica. Hasta principios de agosto, los valencianos que querían pescar en la Comunitat Valenciana (y no disponían de una licencia antigua) tenían que desplazarse a las Islas Baleares, donde sí que se adjudicaban licencias: "por ley, lo que te da una comunidad no te lo puede quitar otra. Así que todos los 'rallaors' valencianos pescábamos con licencia ibicenca", explica Almiñana. Ahora, ya podrán "rallar" de pleno derecho y podrán transmitir su conocimiento de padres a hijos, "por fin podré ir con mi hijo a pescar, enseñarle lo que sé y así mantener viva esta tradición sin tener que preocuparme si me van a multar por ello", cuenta Almiñana.

Desde Sueca al mundo entero

Sueca fue la puerta de entrada del "rall" a toda la península para después convertirse en la puerta de salida al resto del mundo.

Los fenicios fueron, según explica Almiñana, los inventores de la técnica. Los árabes la introdujeron en Valencia y en Sueca, dadas sus características, los cultivadores de arroz lo utilizaron para capturar angulas, llises y demás peces que se colaban al regar los campos, fue donde se perfeccionó la técnica y alcanzó su máximo esplendor. Poco después, fueron los mismos valencianos los que la exportaron. Gracias a ello, muchos pueblos a lo largo de Latinoamérica o África siguen hoy en día utilizando el "rall" para subsistir.

La nueva normativa

Ahora, con la modificación de la ley, todo lo que se necesita para conseguir una licencia es simplemente tener mínimo 16 años , estar empadronado en la Comunitat Valenciana y ser miembro de alguna asociación legalmente constituida cuya finalidad estatutaria principal sea la recuperación y la promoción de la actividad de la pesca con rall. De esta manera, los "rallaors" se evitarán el ingreso en una cofradía y, con ello, las cuotas de aproximadamente de 20 euros que pagaban por una actividad que en realidad no ejercían profesionalmente. La licencia cuesta 7,33 euros y tiene validez por dos años.

"El "rall" es una pesca selectiva, ni daña ni mata a los peces"

Lo primero que hay que tener en cuenta es el fondo marino en el que se pesca. Según Enrique Segarra, Tani Carbonell y Juan Almiñana, todos ellos "rallaors", en las costas valencianas se utiliza el "rall de boletes o tubets de plom" mientras que en Catalunya y algunas zonas concretas de Valencia se utiliza el de "boss". Pueden estar hechos de hilo, los más antiguos, o de nailon, en los últimos años se ha optado por este material por ser más ligero y resistente. Sin embargo, la diferencia reside a la hora de recoger el "rall", en el primer caso, se cierra sobre sí mismo, mientras que en el segundo, se hacen unas bolsas que capturan los peces incluso en los fondos más rocosos. Ahora, la técnica esencialmente es la misma: El "rallaor" se adentra unos metros en el mar y lanza la red de tal manera que se queda lo más abierta posible. Una vez lanzada, el peso de los plomos hace caer la red hasta el fondo, al mismo tiempo, se tira de la cordera y todos los peces que se encuentren debajo quedan capturados. De lo que más se enorgullecen sus defensores es que es "una pesca selectiva, cuando sacamos los peces están vivos y no sufren daño alguno. Por ello, los podemos devolver al mar sin problemas".