El historiador Ricard Camil Torres cuenta que, inmediatamente después de los Sucesos, 20 carabineros procedentes de la playa ocuparon el pueblo y algunos huelguistas empezaron a huir, otros se escondieron en la montaña y el resto se quedaron en sus casas. Se declaró el estado de guerra y, al día siguiente, el batallón militar de Las Navas ocupó Cullera. Los primeros detenidos fueron conducidos al cuartel de la Guardia Civil y, posteriormente a la cárcel de Sueca.

El alcalde de Cullera, Joaquín Fenollar, fue suspendido de su cargo e inhabilitado. Se le acusaba de haberse ido a cazar por la mañana, a pesar del clima de tensión que había en Cullera. Además, alrededor de 10 guardias municipales fueron detenidos o destituidos por «incumplimiento del deber» y «actitud sospechosa», cuenta Torres en el libro «Anarquisme i revolució, Cullera 1911». Una comisión gestora de cariz más conservador pasó a dirigir el Ayuntamiento.

Se llegó a interrogar a medio pueblo. Según figura en el libro de Santiago Pérez, «Cullera 1911, la protesta d´un poble», un total de 58 hombres fueron detenidos y liberados posteriormente sin cargos, mientras que otros 22 hombres fueron procesados. La Audiencia Provincial de Valencia se inhibió a favor de la justicia militar y el juicio empezó en Sueca el 7 de diciembre.

En un principio, se dictaron 7 penas de muerte. Pero el capitán general finalmente solo firmó tres: la de Juan Jover (el Xato de Cuqueta), Cecilio Sanfélix y Federico Ausina. El 12 de enero de 1912, el Consejo de Ministros indultó a dos de los condenados y, finalmente, el rey Alfonso XIII, decidió también indultar al Xato.

La decisión del rey provocó que José Canalejas, presidente del Consejo de Ministros, presentara su dimisión, pero el monarca no se la aceptó.

El perfil de la mayoría de los acusados respondía al de jornaleros pobres y analfabetos. El historiador Santiago Pérez explica que, de la veintena de condenados que hubo finalmente, solo constan tres sindicalistas pertenecientes a la Unión Agrícola Obrera, la principal sociedad obrera de Cullera en 1911.

Quince de los condenados eran analfabetos y cinco, incluyendo a Juan Jover, tenían un perfil delictivo o antisocial. Doce trabajaban en el campo, la mayoría como jornaleros; había un albañil, un herrero y un carpintero; del resto no consta su ocupación.

El xato de cuqueta. El autor de la muerte del juez

Un hombre de los bajos fondos

Era labrador o jornalero, analfabeto y tenía 24 años cuando ocurrieron los Sucesos de Cullera. Todos los historiadores consultados coinciden en destacar que el Xato de Cuqueta no era un sindicalista ni una persona que destacara en los grupos políticos locales. Muy al contrario, «era una persona muy marginal», dice Torres. El historiador Santiago Pérez, cuenta que Juan Jover acumulaba, desde los trece años de edad, condenas por faltas y delitos como desacato, desobediencia o atentado a agentes de la autoridad, disparo de arma de fuego, lesiones, robo, y escándalo en la vía pública, algunos con reincidencia. «De estas conductas antisociales destaca el uso de la violencia y el desprecio a la autoridad», explica Pérez. Como ejemplo, señalar que, el 25 de diciembre de 1910, el Xato lanzó piedras a la puerta de un prostíbulo y fue multado por escándalo con 5 pesetas. El Xato de Cuqueta fue condenado a muerte, le fue conmutada la pena por cadena perpetua, pero salió de la cárcel en 1931 gracias a una amnistía.

Jacobo López de Rueda. El juez de sueca

Un hombre autoritario

Jacobo López de Rueda, juez de primera instancia del juzgado de Sueca, nació en Santiago de Compostela en 1870. El historiador Ricard Camil Torres, define al juez Jacobo López de Rueda como una persona «autoritaria y desequilibrada». En el artículo «Revolta a Cullera, 1911», Salvador Pedrós coincide en calificar al juez como «un hombre de claras tendencias autoritarias y de entendimiento ligeramente alterado». Pedrós aclara que se basa en los testimonios consultados y, por eso, toma estos datos como una indicación. «Desde que había muerto su mujer había dado pruebas de una auténtica alteración mental», cuenta Pedrós. Pero, además, los historiadores consultados coinciden en que López de Rueda ejerció una importante represión sobre el movimiento obrero. Como ejemplo decir que en 1909 cerró la sociedad obrera La Colmena y detuvo a algunos de sus miembros que fueron llevados al juzgado donde «fueron objeto de golpes y otros excesos mandados por el juez y realizados por el alguacil», cuenta Pedrós.

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