La invasión musulmana del año 711 está siendo reexaminada. ¿Cómo fue?

Invasión, conquista, fath… son términos con contenido diferente. La historiografía medievalista española y europea hablan de «invasión» y de «conquista». Pero lo que ocurrió, según las fuentes árabes, fue más bien una fath, que significa «apertura» o «victoria». A mi juicio, ocurrió lo que ahora llamaríamos una «incorporación» de una tierra (la mayor parte de la Península Ibérica) a una gran comunidad política (Dar al-Islam).

Y no una invasión…

¿Invasión? ¿Hasta qué punto podemos llamarlo invasión? La legalidad política española de aquel momento, la casa real visigoda representada por el rey Aquila II, pidió al gobernador de Tánger, Tariq ibn Ziyad, que viniera a España para actuar contra don Rodrigo, que había usurpado el poder visigodo con un golpe de Estado. Por eso es muy difícil hablar de «invasión». Sí, hubo guerras y enfrentamientos entre dos ejércitos. A mi parecer, fue una fath, una apertura, o tal vez una conquista. Pero lo importante es que supuso la integración de la península dentro de una nueva cultura sin dejar la suya.

A los españoles no les han vendido así la historia…

Sí, y es muy triste, pero quienes han escrito la historia de ese periodo la han pintado como muy oscura y alegando siempre la falta de fuentes y documentos fiables. Ha habido mucha más interpretación histórica que estudio histórico. Pero la gente, la del Magreb y la de España, tiene derecho a saber qué pasó.

¿Qué aportó la civilización islámica a España en esos 781 años?

Todo lo que tocas hoy en España forma parte estructural de al-Ándalus. En las lenguas, la cultura, la forma de vestir, los restos arquitectónicos y arqueológicos… Al-Ándalus fue el vector que atrajo todas las ciencias y técnicas antiguas, y las desarrolló, para trasladarlas a Occidente. Sin al-Ándalus no se entiende nada del desarrollo de las ciencias en Occidente. Europa occidental no lo quiere asumir, pero los sabios sí que lo saben.

Hábleme de Xarq al-Ándalus, la zona islámica valenciana.

Xarq al-Ándalus fue una entidad territorial propia dentro de al-Ándalus. Balansiya (Valencia) fue su capital y llegó a ser una de las grandes metrópolis de al-Ándalus. El eje Valencia-Xàtiva siempre iban juntas y fue importante que se integraran en al-Ándalus no por guerra, sino por pacto. Su señor visigodo Teodomiro, que sabía que no iba a poder resistir la guerra, pactó con Tariq para evitar destrozos.

¿Cómo funcionaba Xarq?

En su esplendor, durante el califato, Xarq-al-Ándalus tenía un gobernador relacionado con el califato de Córdoba y sólo tenía el poder político-administrativo. También tenía una institución similar al Parlamento actual, más o menos como consejeros del gobernador, con el deber de legislar. Finalmente, había un cadí, una especie de juez que tenía el poder judicial. De hecho, cuando entró el rey Jaume I a Valencia, prendió al cadí de la ciudad y lo quemó en la hoguera. Es decir: en la época andalusí había tres poderes, o sea que la Revolución Francesa no trajo nada nuevo (risas).

En Valencia estamos acostumbrados a los elogios a Jaume I y a su proyecto político, del que descendemos. Pero, en su versión, ¿quién fue Jaume I?

Jaume I cortó las raíces de una época anterior muy rica para los valencianos, que debería ser motivo de orgullo para su historia regional y que debería ser recuperada. Pero Jaume I, y su contexto medieval, simboliza el paso de las luces de la civilización islámica a las tinieblas medievales y a un contexto de degradación total. Sin embargo, la cultura española no quiere salir de sus tópicos.

¿Se diferenciaba Xarq de las otras regiones de al-Ándalus?

Sí. Tenía una personalidad cultural propia muy bien definida. ¡Sólo por la lengua se sabía que uno venía de Xarq! También eran distintos en la vestimenta, pues siempre se han hablado maravillas de sus tejidos. La industria del papel de Xàtiva era muy conocida. También el cobre de la región de Xarq era muy apreciado, y la decoración del armamento de aquí también era muy típica.

¿España ha olvidado su sustrato islámico?

Es que no lo quiere. Yo soy marroquí, pero me considero también español. Desgraciadamente, España tiene un gran problema: no quiere recuperar esa parte suya.

¿Por qué?

No lo sé, pero quizá tiene que ver con el hecho de la expulsión.

¿Hay una mala conciencia?

Sí. Hay como una carga sobre la conciencia. Ocurrieron cosas malas y hay que olvidarlas.

Salvando las distancias, ¿sería algo así como Alemania y su mala conciencia por el holocausto?

Más fuerte, porque esto fue durante mucho siglos y con mucho dolor. No estuvo bien para las víctimas que fueron expulsadas de España por razones culturales. Y ahora no se quiere recuperar esta época. Pero España debería liberarse de sus complejos históricos. No hay que buscar responsabilidades, porque es algo del pasado y ni tú ni los gobernantes actuales tienen culpa de nada, pero vendría bien recuperar esa historia.

¿Cuánto daño ha hecho Bin Laden y el islamismo radical a la imagen de al-Ándalus?

Es que ellos son gente ignorante que no saben nada. El saber es la luz y la ignorancia son las tinieblas. Pero el gran problema es que nuestros políticos no les interesa que la gente sepa.