«Un día nos reunimos y dijimos: ¿qué hacemos?¿Tiramos a dos trabajadores o conseguimos más clientes?» Así es como Manuel Moya, el gerente del taller Alberotecnic S. L. de Valencia, se propuso agudizar el ingenio y encontrar una fórmula que le permitiera mantener a sus 15 empleados. «Yo no podía mirar a la cara a alguno de los trabajadores y despedirle después de tanto tiempo. Había que hacer algo diferente».

Ese algo diferente fue abandonar el clásico modelo de taller que espera a que los coches entren por su puerta. Ellos decidieron organizarse y salir a la calle a buscarlos. «El éxito no ha podido ser mayor. Ahora acabo de estar con un cliente que ha venido de l´Eliana a que le hiciéramos un presupuesto. Yo le he dicho que no hacía falta que lo trajera, ¡que nosotros vamos hasta allí para hacérselo!», exclama alegre el gerente. Y es que en las cuatro semanas que hace que iniciaron el nuevo servicio, el negocio va viento en popa. «Hemos recibido llamadas de todas partes, incluso de tan lejos como Requena. También de Bilbao, Barcelona y Oviedo interesados en cómo llevamos el tema legal», continúa Moya.

La idea es tan sencilla como brillante. Se trata de recorrer la ciudad en busca de coches con pequeños problemas de chapa, pintura o neumáticos. Una vez localizados, se fotografían y se vuelcan los datos en un ordenador portátil. «Hemos creado una base de datos que nos permite estimar los daños y realizar un presupuesto muy exacto en el mismo lugar en el que encontramos el coche», explica. El papel se fija al parabrisas y se espera a que el futuro cliente se sorprenda al ver que se trata de un presupuesto para reparar su propio coche. Todo son facilidades, también en el precio final. «Al calcular el precio incluimos un descuento para que sea más bajo que el de cualquier otro taller» asegura el gerente del Alberotecnic.

Vicente Valladolid es uno de los dos encargados del taller que patrulla por las calles. Su radio de acción es, según afirma, toda la ciudad de Valencia. «Me centro en cosas pequeñas, golpes, abolladuras y también en los neumáticos. Los presupuestos nunca superan los 400 euros», aclara Valladolid. El día lo cierra con cerca de 50 estimaciones, que deben ser multiplicadas por dos, es decir, cien posibles nuevos clientes cada día. «Además están las llamadas de los clientes que nos piden un presupuesto expresamente. Con ellos quedamos, y le echamos un vistazo al coche», agrega el perito. Un filón que, imagina, pronto copiarán otros talleres mecánicos.

«Ahora con estar tal como estamos me conformo, que no es poco en estos tiempos», responde Manuel Moya a la pregunta de si piensa expandir el negocio. Él se negó a reducir gastos y a despedir a trabajadores,es decir, a tomar la decisión más frecuente para luchar contra la falta de actividad y clientela. En cambio, innovó y facilitó el servicio a los clientes. Ellos han respondido llenando el taller porque a pesar de la crisis económica, la gente todavía quiere reparar sus coches.

Vicente Valladolid es uno de los dos peritos que captan posibles clientes. Ambos recorren la ciudad en busca de pequeños desperfectos que necesiten ser reparados. «Me centro en zonas en las que haya mucha aglomeración de coches, como aparcamientos de centros comerciales», aclara.

Cuando busca, Vicente viaja con un ordenador y una impresora para elaborar los presupuestos al instante. Una base de datos le permite hacerlo de forma rápida y precisa. Su objetivo son reparaciones pequeñas que no superen los 400 euros porque, asegura, así es «más fácil» que el cliente responda.

Los cerca de cien presupuestos diarios a automóviles estacionados dan sus frutos ya que mucha gente muestra interés. Además el boca a oreja ha comenzado a circular y Alberotecnic recibe llamadas desde todas las partes de la C. Valenciana. «Incluso desde tan lejos como Requena», añade el gerente.