No hubo incidentes entre los integrantes de los dos colectivos de manifestantes: los partidarios del expresidente Camps y los detractores. Pero se vivieron algunos momentos de tensión verbal. Que fue a más cuando un indignado del 15M, que enarbolaba una bandera pirata, se puso a la cola de los simpatizantes del PP, que era la misma que servía para guardar turno para entrar en la sala de vistas. Un agente de la policía local tuvo que calmar los ánimos y un periodista acudió a declarar como testigo del incidente.

Entre los seguidores del exjefe del Consell, la entrega era total. En lo político y, especialmente, en lo personal. Carmen, denunció en voz alta que hay una «trama» urdida contra el expresidente. A su lado, su compañera Charo explicaba que lo que estaba aconteciendo a las puertas del Palacio de Justicia, con Francisco Camps contra las cuerdas, es la constatación de que el Gobierno de Zapatero reinstauró «la Inquisición». «La ley del embudo», gritó, mientras sus correligionarias la jaleaban. Para María, el expresidente no sólo es inocente. «Es una persona honesta, una buena persona, un buen padre y buen esposo», sentenciaba con expresión de hondo dolor. Por contra, remató María, en el PSOE «están los faisanes y no pasa nada». Mientras explicaban su posición, desde el otro lado de la calle, se sucedía un rosario de proclamas contra el expresidente y de recuerdo a la trama Gürtel. Carmen miró atentamente y, en un arrebato de lucidez, según vinieron a reconocer sus compañeras, explicó «la diferencia entre nosotros y ellos». «La diferencia es la educación. Es que yo estudié en una escuela privada y ellos en la pública». Justo en ese momento pasaba por allí el exconseller del ramo Alejandro Font de Mora, quien puso todo su empeño en que en los colegios públicos se aprendiera hasta el chino. Afortunadamente para su amor propio como gestor de la educación pública no oyó nada. Tampoco José Luis López Guardiola, director de Ciegsa, la empresa de la Generalitat encargada de la construcción de escuelas e institutos y una de las sociedades más endeudas del sector público valenciano. El responsable de Ciegsa, amigo personal de Camps, quiso estar con el expresidente en día tan aciago.

Trajes con etiqueta de «pagado» y recuerdos para Rajoy y Fabra

No eran multitud pero en los dos años y medio que han pasado desde mayo de 2009, cuando Francisco Camps y Ricardo Costa fueron a declarar como imputados, el sector de los indignados y «muy indignados», como se calificaban algunos ayer, ha ido a más. Al menos la representación ante las puertas del Palacio de Justicia. El uniforme de la protesta era el traje con la etiqueta de «pagado» colgando de la solapa. Casi de incógnito pasó por el lugar como para tomar notas de campo, el actor Xavi Castillo, de la compañía alcoyana Pot de plom.

El irreverente e iconoclasta divulgador, en clave de humor, de los episodios mediáticos de corrupción más significativos que en los últimos años han salpicado fundamentalmente al PP valenciano en el gobierno, explicó a este diario que en realidad el humor es una forma de autodefensa. «Nos reímos por no llorar; todo lo que está pasando es vergonzoso», reflexionó el autor de la proclama «això ho pague jo». «Aquí estamos, atrapados entre el Tribunal Superior de Justicia y la casa de Rita Barberá» [que vive cerca del Palacio de Justicia], bromeó Xavi Castillo, para lamentar que la «realidad supera a la ficción» en muchos de los episodios que han rodeado a la causa de los trajes.

Pasaban las horas y ni las energías ni el repertorio de consignas se agotaba. Las defensas y las acusaciones traían la vista oral que arrancará, de hecho, hoy, muy preparada. Pero quienes se apostaron junto a las paradas de la EMT no les iban a la zaga. Hasta se pasaron octavillas con letras de las canciones. Solamente pararon media hora para almorzar.

Camisetas con el «Still free»

Cuando llevaban seis horas saltando y gritando, las pancartas alusivas a «Dónde está Rajoy» y los gritos contra Alberto Fabra seguían en todo lo alto. Las camisetas del «Wanted Camps» tenían ayer su continuidad en otras con el rótulo «Still free», todavía libre. «Dónde están, no se ven, los chorizos del PP» coreaban sin parar de saltar.

Un señor con traje y maletín de trabajo, no de denuncia, se acercó a recriminarles la «falta de respeto» y «los insultos». Entonces afloró el «No nos mires, a ti también te roban». Fue uno de los grandes éxitos del repertorio contestatario que ayer se desplegó enfrente del TSJ. Todo lo cual sucedió el día previo a la comparecencia de 19 testigos principales, entre ellos, Francisco Correa, «Don Vito», Pablo Creso y Álvaro Pérez «El Bigotes». Antes declararán los acusados. Y los condenados Víctor Campos y Rafael Betoret, que firmaron la conformidad.