La alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, exteriorizó ayer su contrariedad ante los recortes aprobados el viernes en el Consell y que, al menos, en el plano teórico implican el fin de una era marcada por los grandes eventos. Sin embargo, el malestar en el seno del PP valenciano con las últimas decisiones adoptadas por el presidente Alberto Fabra van más allá de la dirigente municipal. Eso sí, en privado. Dirigentes populares consultados por este diario, admitieron que el tijeretazo de la víspera de Reyes ha sembrado desconcierto en algunos sectores del PPCV, no sólo porque suponen liquidar de mala manera la herencia de Francisco Camps, sino por lo precipitado del acuerdo. Las citadas fuentes admiten que se está trasladando a la ciudadanía una imagen de cierta improvisación y echan en falta más "pedagogía" para explicar unas decisiones que suponen, en algunos ámbitos, una rectificación en toda regla. Algunos dirigentes consultados calificaron de error "garrafal" el recorte retributivo para los funcionarios y auguran una legislatura plagada de movilizaciones. "La ciudadanía puede entender los recortes, pero hay que explicarlos", indicaba un cargo del PP que opina que Fabra está tomando decisiones por su cuenta sin consultar a nadie. También se vivió cierto desconcierto entre algunos diputados populares que, en privado, reconocían que será difícil defender ante la tribuna justo lo contrario de lo dicho en el debate presupuestario cuando el PP se presentó a las elecciones autonómicas. Algunos de ellos echaban en falta algún tipo de argumtario para armarse de cara a las críticas de la oposición. "Antes teníamos el recurso a Zapatero, pero ahora esto ya no sirve", apuntaba otro de los cargos consultados.

A este malestar, se sumaría también el de algunos alcaldes que se sienten olvidados por el Consell y que se encuentran en una situación de excepción.