Fue un único tiro, en la cabeza, lo que segó la vida de Manuel Broseta (Banyeres de Mariola, 1932) hace hoy veinte años. Él, catedrático de Derecho Mercantil, iba paseando por los jardines de la Universitat de València mientras se dirigía a impartir una clase aquel miércoles. Pero nunca llegó. Los etarras Juan Narváez Goñi e Itziar Alberdi cometieron el crimen, una de las huellas más simbólicas de ETA en la Comunitat Valenciana. Mataron a uno de los más reputados juristas de su tiempo. Asesinaron a un catedrático apegado a la universidad. Liquidaron a un político que había sido senador en 1979, líder de UCD en Valencia, secretario de Estado para las Comunidades Autónomas en 1980, miembro del Consejo de Estado en 1991, y presumible baza electoral del PP -nunca materializada- para reconquistar la Valencia socialista a principios de los noventa. Pero ante todo, hemeroteca al margen, acabaron con un padre de familia.

Bruno tenía 29 años, Pablo contaba 26, y Manuel había cumplido los 23. Ahora, con 46 años, Pablo Broseta recuerda aquella tragedia desde el punto de vista más íntimo, más familiar. "Fue un padre inmejorable e insustituible. Y si la pérdida de un padre siempre es complicada de sobrellevar, todavía lo es más si cabe si se produce porque alguien ha decidido que él supone un peligro para su proyecto político y por eso hay que ejecutarlo como a un perro", recuerda. Tras aquel disparo mortal, el vacío fue inmediato y duradero. "Mi familia directa quedó coja y amputada de por vida. A nosotros se nos privó de disfrutar de nuestro padre a unas edades en que empezábamos a tener una relación más allá de la puramente autoritaria. Y a sus nietos se los privó de conocer a su abuelo paterno", lamenta.

Pero hubo dos factores que los ayudaron a salir adelante. Primero, la digestión del atentado. "Un hecho así te marca de por vida y difícilmente se supera, pero hemos tenido la suerte de tener los padres que hemos tenido, que nos han enseñado a no vivir bajo parámetros de odio, sino con la obligación de ser lo más feliz que la vida y las circunstancias lo permiten", cuenta. Y segundo, "haberse sentido absolutamente arropados por la sociedad valenciana". Hoy, Pablo es cónsul honorario de Francia en Valencia y Castelló, publicista y presidente de la Asociación de Amigos de la Fundación Manuel Broseta. Bruno es economista y secretario autonómico de Industria. Y Manuel, abogado, lleva adelante el despacho de su padre.

Sobre el cese definitivo de ETA

Todos juntos recordarán hoy en el lugar del asesinato la figura de su padre. Será el primer aniversario después de que ETA haya anunciado el "cese definitivo" de su "actividad armada" y se haya abierto un nuevo escenario. ¿Qué opinaría Manuel Broseta de este momento histórico para la paz? Pablo no duda: "Mi padre era un profesor universitario y, ante todo, un jurista. Y defendería una conjunción entre el "no a la venganza" y el "sí a la justicia". Lo que tenga que venir en este proceso, ya vendrá. Pero los primeros peldaños los tienen que subir ellos [los terroristas]. Porque aquí no ha habido una guerra, sino unos ciudadanos que han decidido exterminar a otros. Por eso, tiene que haber perdón, reconocimiento del daño causado, han de disolverse, devolver las armas y entregarse a la justicia, y después, la sociedad ya valorará si ha de ser generosa", sostiene Pablo Broseta.

Él insiste en la necesidad de que su asociación siga divulgando por colegios y entre las jóvenes generaciones "los valores de libertad, convivencia, democracia, Estado de derecho y respeto a lo diferente, porque no son un regalo caído del cielo, sino algo por lo que han muerto muchas personas". Pablo Broseta recalca que a su padre "muchas cosas de la política actual, como convertir la política en una profesión, no le gustarían, pero seguro que, por su talante, acabaría implicándose para cambiarlas".

pedro agramunt

"Fue uno de los constructores de la España autonómica en la etapa de Adolfo Suárez"

Entre los portadores del ataúd de Manuel Broseta de La Nau al Patriarca, "un recuerdo imborrable de una emoción brutal", estaba Pedro Agramunt, actual senador del PP por Valencia y un hombre clave en la vida de Broseta. "Yo le tenté para que volviera a la política y lo puse en contacto con José María Aznar, quien le ofreció la posibilidad de encabezar la candidatura del PP a la alcaldía de Valencia en las elecciones de 1991. Él lo rechazó y finalmente fue Rita Barberá, que pudo formar gobierno tras aquellas elecciones municipales", explica Agramunt, por entonces presidente regional del PP. Broseta, dice, fue su "profesor, maestro y amigo". "En su papel de secretario de Estado para las Comunidades Autónomas, fue uno de los constructores de la España autonómica en la etapa de Adolfo Suárez. Fue -agrega- un referente político-ciudadano".

carmen alborch

"Llegaron los "grises" a la facultad y él

impidió que entraran; era un demócrata"

Alumna y discípula de Manuel Broseta en el departamento de Derecho Mercantil (fue a él, en cuarto curso, a quien primero le dijo que quería hacer carrera académica), la socialista Carmen Alborch aprendió de su "maestro" dos valores: "la importancia del diálogo" y "la búsqueda de la excelencia mediante la exigencia a uno mismo".

Pese a la distancia política que luego medió entre ambos, la senadora del PSPV elogia de Broseta su carácter de "demócrata con un fuerte compromiso político". Y rescata un recuerdo de aquellos años cercanos al movido mayo del 68. "Los grises se presentaron en la Facultad de Derecho, donde se estaban haciendo asambleas estudiantiles, y Broseta -que era decano de la facultad- bajó a la escalera, habló con ellos e impidió que entraran. Fue valiente siempre, también para frenar a los fachas de la facultad".

maría consuelo reyna

"Con Broseta como presidente, la Generalitat tendría otras raíces ideológicas y simbólicas"

La figura política de Manuel Broseta siempre estuvo apoyada por Maria Consuelo Reyna, directora de Las Provincias entre 1992 y 1999. La buena conexión era bidireccional: "Era mi costumbre aprender cosas de mis amigos. Y Broseta era un buen consejero, sí", dice. Reyna, actual vicepresidenta de la Asociación de Amigos de la Fundación Manuel Broseta, no duda de que Broseta "iba para presidente de la Generalitat". "Él tenía un sentido ético de la política muy profundo. Con Broseta al frente de la Generalitat, la autonomía valenciana hubiera adquirido unas raíces ideológicas y una simbología que ahora no tiene, y la hubiera convertido en algo más que un sitio donde cuatro señores se reúnen para gobernar. Jamás hubiera tolerado determinados desmanes o despilfarros", afirma, tras destacar su "compromiso con la lucha por la democracia".

manuel ángel conejero

"Estaba interesado en la cultura, no como los políticos de la actualidad"

El día del asesinato de Broseta, el antiguo catedrático de Literatura Inglesa de la UV Manuel Ángel Conejero vio el tumulto cerca de las facultades, pero no paró. Al llegar al Palau de la Música -institución que dirigía- se enteró de la noticia. "Pablo [Broseta], su hijo de 26 años, trabajaba entonces en el Palau y tuvimos que decírselo allí mismo", recuerda con pesar. Conejero coincidió con Broseta en el reducido Consell Valencià de Cultura del Ayuntamiento de Valencia. Recuerda, sobre todo, su sensibilidad hacia la cultura. "Siempre mostró gran interés por mis traducciones al valenciano de Shakespeare o por mi edición en inglés de la poesía de Ausiàs March. Era como un hombre del Renacimiento interesado en la cultura, en contraposición a la relación tan lejana que tienen los políticos actuales con la cultura", sostiene.