En el juicio de los trajes Javier Boix está defendiendo a Camps, pese a Camps, y por eso ayer el prestigioso penalista tuvo que comenzar su alegato pidiendo disculpas por el comportamiento del expresidente de la Generalitat cuyas reiteradas salidas de tono a lo largo del proceso achacó al «suplicio» que está sufriendo. Fue el principio de un informe de más de cinco horas en las que el representante legal del exjefe del Consell se afanó tanto en responder a las exposiciones que el día anterior habían hecho las acusaciones (de quienes dijo que aludieron a la teoría de la conspiración «para ponerse la venda antes de la herida» y que prueba de que la política sí había entrado en este proceso era la presencia del letrado Virgilio Latorre como acción popular en representación del PSPV) como en arremeter contra los informes y testimonios en que se apoyan, que intentó destrozar con especial ahínco en el caso del sastre José Tomás, principal testigo de cargo.

No se olvidó Boix, al igual que hizo al inicio de esta vista oral a la que el magistrado Juan Climent puso punto y final ayer a las 18.20 horas después de 26 sesiones, de aderezar su versión de los hechos con la imagen del ciudadano Camps, un hombre honrado, en cuya casa nunca ha comido El Bigotes, dijo, e incapaz de dejarse comprar. «En esta ciudad no hay nadie que dude de la honradez de mi cliente. Que los señores del jurado pregunten por ahí», espetó el letrado que también se refirió a la «austeridad» del exjefe del Consell, a una economía familiar casi espartana en la que no se estilan las tarjetas de crédito, a las «mil penas de cohecho que ya vale este juicio» y a que fueron otros los que, en vez de comprar a Camps, «vendieron su nombre» para alardear de unas influencias que no tenían, aseveró.

En un tono coloquial dirigido expresamente al jurado, algunos de cuyos miembros no pararon de tomar nota durante toda la intervención del catedrático, Boix insistió machaconamente en la idea de que, ante la más mínima duda de que a su cliente le hubieran hecho los regalos, no hay otra opción que absolver. Y, por si acaso, matizó que aún en el supuesto de que alguno pensara que sí había recibido los trajes, tampoco podían condenar salvo que tuvieran claro que los presentes eran por ser jefe del Consell y no como presidente del PP. Ahí es nada para un jurado con una media de 30 años que el lunes comenzará a deliberar.

Con similar artillería, aunque a otro nivel, el letrado de Ricardo Costa defendió la inocencia y la incapacidad de delinquir de su defendido por su imposibilidad de devolver a la trama Gürtel sus favores en forma de contratos, dijo, mientras la emoción volvió a jugarle otra mala pasada al diputado que a duras penas pudo contener las lágrimas en un momento de la intervención de su abogado.

Un mito del Valencia entre políticos

La sala de vistas registró ayer un lleno completo en la última sesión de juicio a Camps y a Costa. A las habituales Consuelo Císcar, directora del IVAM, y la exconsellera Trini Miró se unieron los intermitentes Rafael Blasco, sindic del PP en las Corts, junto al presidente de esta institución, Juan Cotino, y la también exconsellera Angélica Such. De Congreso la representación llegó de la mano del exconseller de Economía y actual diputado Gerardo Camps. Y entre tanto político, un mito del Valencia CF, Amadeo Carboni, amigo del exjefe del Consell, que se acercó hasta el TSJ para darle su apoyo y seguir durante toda la mañana el alegato de defensa del abogado de Camps.M. G./R.F. Valencia

«Soy inocente y vengo a buscar la Justicia de mis conciudadanos»

A contrario que Ricardo Costa, que renunció a su derecho, el exjefe del Consell aprovechó la oportunidad que le da la ley de dirigirse por última vez al jurado para volver a proclamar su inocencia. «Vengo a buscar la Justicia que imparten mis conciudadanos confiado y convencido». Desde la misma mesa en la que declaró, pero esta vez de pie en vez de sentado, el exjefe del Consell consumió el resto de su intervención en una retahíla de agradecimientos. Fue entonces cuando dio las gracias a su abogado, Javier Boix, «porque se ha desvivido en la búsqueda de la verdad y de la Justicia», a Costa y a su letrado «por los desvelos», a los funcionarios judiciales y a las Fuerzas de Seguridad, a quienes han seguido este mes y medio largo de juicio desde dentro y fuera de la sala y al jurado, «conciudadanos de mi Comunidad, por la ejemplar manera de representar este papel». Y al juez Climent, ni agua.