El directivo del hospital Clínico al que la Conselleria de Sanidad investiga por sacar presuntamente fármacos y de forma ilegal no retiró envases del medicamento Tracleer, sino de Revatio cuyo principio activo es el mismo que el de la Viagra, el sildenafilo, según confirmó ayer a Levante-EMV la conselleria de Sanidad.

Ambos medicamentos se utilizan para tratar una enfermedad muy grave: la hipertensión pulmonar -aumento de presión en las arterias de los pulmones-, si bien solo Revatio, del laboratorio Pfizer, tiene una segunda aplicación específica contra los problemas de erección.

La conselleria informó que el precio de cada uno de los envases que el médico directivo sacó de la farmacia hospitalaria cuesta 490 euros, si bien él lo obtenía de forma gratuita al declarar que era para un familiar que estaba ingresado en el hospital.

Sin embargo, en la hoja de prescripción del enfermo el citado medicamento no figuraba por ningún lado: ni como que se lo hubiera tomado, ni como tratamiento médico contra la hipertensión pulmonar, que es para lo que el expedientado decía que lo quería.

La inspección ha comprobado que el paciente, al que supuestamente iba destinado, no reunía las indicaciones clínicas que aconsejaran la ingesta del fármaco y que los efectos secundarios -en caso de haberlo tomado- podían haber complicado su evolución, ya que el fármaco está contraindicado en personas con enfermedades cardiológicas y el ingresado tenía una patología coronaria. Parece ser que el directivo comenzó a sacar envases de Revatio de la farmacia del hospital en noviembre de 2009 y que todos los meses acudía puntualmente a por su pedido personal.

La avaricia rompe el saco y a él le perdió un exceso de confianza, al no reparar en que su allegado había muerto y seguir como si nada, con su visita mensual a por el envase del medicamento primo hermano de la Viagra, que en el mercado negro puede triplicar o quintuplicar su precio.

En abril de 2011 y cuando se cumplían tres meses de la muerte del allegado a quien iba destinado, saltó la alerta y la dirección del hospital abrió una investigación. Al ser preguntado, el expedientado respondió que no había querido romper la orden de prescripción y que durante esos tres meses se lo había recetado a otro familiar.