«Celébralo, celébralo, que os quedan sesenta días». El recado se lo mandó un miembro de la ejecutiva de Jorge Alarte a otro de la misma dirección que, media hora después de acabar el eterno recuento de votos de los 956 delegados, festejaba la victoria de Rubalcaba. El aviso era sutil comparado con el «encarga a la fábrica de ataúdes 27 cajas», que unos metros más allá gritaba un delegado sevillano de la tribu de Luis Pizarro a otro del bando de José Antonio Griñán.

El mensaje, el del dirigente del PSPV, era la confirmación de que el alcalde de Morella, Ximo Puig, está dispuesto a cumplir la promesa a los suyos de enfrentarse a Alarte, por segunda vez, por el liderazgo del socialismo valenciano. Cuando Puig salió de la sala del «tanatorio» Hotel Barceló Renacimiento donde los familiares más cercanos a Chacón consolaban a la exministra, se arremangó la camisa y puso el reloj en hora de XII congreso nacional del PSPV. Empezó la cuenta atrás de 53 días.

Hasta bien entrada la madrugada, Puig contactó con Ciprià Ciscar, con Leire Pajín, con Vicent Garcés (IS) —todos derrotados en Sevilla— y empezó a andar la operación desalojo de Alarte de la secretaría general. Según los planes previstos, que ya contó este diario. Si ganaba Chacón y Puig entraba en la dirección federal, sería el exalcalde de Gandia José Manuel Orengo quien encabezaría. Si vencía Rubalcaba, el de Morella daría el paso. Todos se emplazaron a elaborar un manifiesto —que ayer mismo empezó a redactarse— en el que se ofrecerá una radiografía de la situación política valenciana y del partido para plantear una alternativa a la actual dirección de Blanquerías. «Alternativa» será una palabra que estará en el título del documento con el que la plataforma que se está articulando hará su presentación pública. Podría suceder esta misma semana.

Puig, Leire Pajín y Ciscar se reunirán el martes para ultimar detalles. Hoy mismo, el alcalde de Morella mantendrá un encuentro con personas de su más estricta confianza para preparar la estrategia de cara al congreso de Alicante. Antes de dar el salto definitivo, quiere escuchar a todos aquellos que desaprueban la gestión de Alarte para ofrecer una propuesta «que no sea sectaria ni de una familia en concreto», explicaron a este diario fuentes del entorno del previsible candidato. Vicent Garcés, líder de IS, también será consultado. Francesc Romeu, no. Si este dirigente crítico con Alarte fuera un país, podría decirse que está aislado por haber roto relaciones con el resto de los que desaprueban la gestión del secretario general. Tampoco le preocupa.

Rubalcaba situó en su ejecutiva a sendos representantes de los distintos sectores del socialismo valenciano, salvo a los partidarios de Pajín. Además de Inmaculada Rodríguez-Piñero —por decisión del líder del PSOE—, a Carmen Montón (neolermista), al alartista Alejandro Soler —quien estuvo el sábado más de dos horas tentando al infarto, junto a la mampara que protegía el acceso a la sala de recuento de votos— y Mayte Noguera, mano derecha de Romeu. Los críticos con Alarte consideran que el nuevo líder del PSOE invirtió para cosechar un amplio respaldo a su ejecutiva y, en segundo lugar, trasladar el mensaje de que reconoce la división en la federación valenciana y que cuando resuelvan el conflicto irá a Alicante a bendecir al que gane. A Ximo Puig lo reconoció, de hecho, como interlocutor en la negociación de la ejecutiva.

Ayer, durante su discurso ante el plenario para cerrar el congreso, Rubalcaba hizo un llamamiento a la unidad, integración y paz en todas las federaciones. Fueron muchos los que se sintieron aludidos. La federación valenciana entre otras. Pero la recomendación del secretario general federal no parece que vaya a cambiar los planes antialartistas.

La victoria de Rubalcaba no es ningún salvoconducto para Jorge Alarte, dicen. No tiene capacidad para circular por el PSPV con garantía de que no será liquidado políticamente. Pero también es cierto que haber ganado esa apuesta política compacta a sus partidarios, muchos de los cuales habrían marcado el móvil de Puig para ponerse a su disposición de haber ganado Carmen Chacón. De hecho, ya lo hicieron cuando la candidatura que encabezó el secretario general perdió contra la que lideró José Manuel Orengo en la elección de delegados en el congresillo de Valencia.

La protección desde Ferraz

Alarte no quedará de brazos cruzados a la espera de que llegue la hora de ser guillotinado. El secretario general se siente muy contento con la victoria de Rubalcaba. Volcó su neutralidad activa en favor del nuevo secretario general, pese a que no hay fonoteca ni hemeroteca que puedan atestiguar ninguna adhesión explícita. Piensa el inquilino de Blanquerías que vuelve a tener protector en Ferraz, después de que su anterior padrino, José Blanco, haya caído tan en desgracia que en las 72 horas que duró el congreso su nombre fue sido citado una sola vez. Por megafonía. Porque fuera de micro, en los corrillos del congreso, se habló de él y de un primo suyo.

El líder del PSPV iniciará una gira de contactos con alcaldes y dirigentes locales para intentar reconstruir una mayoría que le permita seguir al frente del partido. Deberá cultivar el voto puerta a puerta. El jefe de familia que hoy siente más próximo es, curiosamente, Francesc Romeu. Con todo, este subrayó que mantendrá de cara al congreso de Alicante una «posición propia, como vengo haciendo», desde que se echó a la carretera para ser candidato en el anterior congreso, sin lograrlo porque no recogió los avales suficientes.