El 25 de marzo de 2011, Carlos Fabra y Francisco Camps inauguraron el aeropuerto de Castelló. El festejo tuvo lugar en la antesala de las autonómicas, a tres días de la entrada en vigor de la prohibición de actos que marca la Ley Electoral. En una entrevista a este diario, un pletórico Fabra proclamó: "Queremos estar en el aire en dos meses". Más allá de la ocurrencia que supone inaugurar un aeropuerto sin aviones, las prisas por rentabilizar políticamente la infraestructura llevaron a la Generalitat a adoptar una serie de decisiones que, como se ha demostrado, hipotecaron la viabilidad de un proyecto que ha costado 150 millones de euros.

Carlos Fabra, presidente de la sociedad pública de la Generalitat, Aerocas, firmó un nuevo acuerdo con Concesiones Aeroportuarias, la empresa a la que adjudicó la construcción y explotación de las instalaciones. El nuevo documento asumía las exigencias económicas de la concesionaria, ya que la Generalitat (a través de Aerocas) le cubriría las pérdidas en los primeros ochos años de vida del aeropuerto. A partir del octavo año, la concesionaria tenía libertad para marcharse recuperando la inversión que ha efectuado (en torno a los 80 millones de euros, según la propia empresa).

Aerocas firmó la recepción de la obra del aeropuerto. En la Generalitat reconocen ahora (aunque no públicamente) que nunca debió firmarse ese documento. Aerocas se puso a tramitar los permisos de apertura ante Fomento y anunció la puesta en marcha del aeropuerto para principios de este año. Al mismo tiempo, en la rotonda de acceso, el artista Ripollés levantaba su colosal escultura de 24 metros

Todo fue un espejismo. La víspera de Nochevieja, la Generalitat informó, a través de un sorprendente comunicado de prensa, de la ruptura de la novación del contrato con Concesiones Aeroportuarias. La Generalitat rompió el acuerdo porque no podía asumir las condiciones que pactó, sobre todo, la entrega de un aval público en forma de carta de patrocinio. El aeropuerto se quedó sin gestor a pocos meses de la enésima fecha de apertura.

La rescisión unilateral del acuerdo ha destapado la guerra entre la Generalitat y la concesionaria y ambas partes se acusan pública y recíprocamente de no haber cumplido el acuerdo. También han salido a la luz los errores del proyecto, que se han ocultado durante años. El principal, desvelado por este diario, que la plataforma de giro de aviones del aeropuerto no cumple las medidas de seguridad, por lo que hay que demolerla y rehacerla.

Fallos en la obra

Carlos Fabra admitió hace unos días que Aerocas conocía el fallo desde 2006, pero en todo este tiempo no se ha subsanado. Hace seis años, la constructora decidió por su cuenta y riesgo realizar un cambio sustancial en el proyecto. Eliminó un carril paralelo a la pista que estaba previsto para el giro de los aviones y se limitó a edificar una plataforma que no cumple las medidas mínimas que exige la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA). Pese a que la obra estaba mal hecha, la Generalitat firmó la recepción de la obra y, además, mejoró las condiciones económicas de la concesionaria.

Según Fabra, la dirección técnica de Aerocas advirtió durante años a la empresa de que debía ampliar la plataforma, pero hizo caso omiso. Concesiones niega que sea una actuación preceptiva para la certificación del aeropuerto y añade que su compromiso era ejecutarla antes del 31 de diciembre de 2013. Sin embargo, abandonó las obras pendientes porque la Generalitat no pagaba.

Aerocas tramita ahora los permisos de apertura del aeropuerto ante AESA, pese a que la cabecera de la pista no cumple las medidas de seguridad. La sociedad pública pretende rehacer la obra con la fianza de cuatro millones que depositó Concesiones Aeroportuarias cuando le fue adjudicada la construcción. Según aseguró Carlos Fabra, el error estará subsanado en un mes y medio. De forma paralela, Concesiones pide que la Generalitat le devuelva los 80 millones invertidos, aunque probablemente el acuerdo se resolverá por una cantidad menor. En todo caso, el Consell está obligado a una indemnización multimillonaria que castigará aún más las maltrechas arcas autonómicas.

Fabra exigió a Fomento agilidad en la apertura pese a los errores

En marzo del año pasado, con las elecciones a la vuelta de la esquina y a pocos días de inaugurar el aeropuerto sin aviones, Carlos Fabra advirtió al Gobierno socialista de que no iba a consentir retrasos en la concesión de los permisos de apertura. Fabra formuló -y reiteró después- esta advertencia a pesar de que sabía que el aeropuerto tenía un fallo de construcción incompatible con la autorización. "Al aeropuerto de Lleida, que también es de titularidad de la Generalitat, el Ministerio de Fomento le solventó todos los papeles para que pudiera estar en funcionamiento. No veo ninguna razón para que el de Castelló no lo esté en dos meses", aseveró. Casi un año después, se ha demostrado que sí que había razones para que Fomento no diera la autorización. La obra está mal ejecutada y hay que demoler la plataforma de giro de los aviones porque no cumple las medidas que exige la Agencia Estatal de Seguridad Aérea. jordi ruiz castelló