Cerca de medio centenar de agentes de la Guardia Civil detuvieron poco después de las siete de la mañana de ayer en su domicilio del sexto piso del número 14 de la avenida de Juan XXIII de Valencia a un ciudadano jordano-saudí de 51 años a quien se considera uno de los principales reclutadores de terroristas para la red Al Qaeda, según fuentes de la investigación.

Durante las ocho horas de registro en el domicilio —entre las siete de la mañana y las tres de la tarde de ayer— los agentes se incautaron de cientos de CD, DVD y documentos en papel que el arrestado, Mudhar Hussein Almalki, guardaba en la habitación de su casa que utilizaba como estudio. Así mismo, intervinieron dos ordenadores de sobremesa que serán sometidos a un análisis profundo por expertos en informática forense del instituto armado para recuperar cualquier archivo que hubieran podido contener en su disco duro y que hubiesen sido borrados.

Los agentes también utilizaron un perro adiestrado en la detección de explosivos, pero, tal como ya imaginaban los investigadores, en la casa no había ni armas, ni elemento alguno para fabricar un artefacto explosivo. No era su especialidad.

La Guardia Civil se llevó todo ese material guardado en siete maletas y siete cajas de cartón. Todo el contenido será analizado durante las próximas semanas en la sede de la UCE II y en el laboratorio central de criminalística, ambos en Madrid. Fuentes de la investigación dijeron que no se descarta que de ese material intervenido se deriven futuras detenciones. La operación policial desarrollada ayer es producto de una investigación que comenzó en febrero de 2011 cuando agentes del grupo segundo de la Unidad Central Especial (UCE II), los especialistas del Servicio Central de Información de la Guardia Civil que se dedica en exclusiva al terrorismo radical islamista, detectó una página web en la que alguien desde España realizaba labores de captación y difusión del yihadismo, la guerra santa contra occidente.

La conexión estaba en Valencia

Expertos policiales en rastreos informáticos localizaron, por fin, el punto desde donde se conectaba el reclutador de la red Al Qaeda: la vivienda ubicada en la puerta 44 de la citada finca, en el valenciano barrio de Torrefiel. La conexión estaba a nombre de un matrimonio formado por un jordano con doble nacionalidad de su país y de Arabia Saudí, Muhdar Hussein Almalki, y una valenciana, su esposa.

Los agentes, bajo la supervisión del Juzgado central de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional, continuaron reuniendo pruebas de las actividades del presunto activista. En ese tiempo, según fuentes de la lucha antiterrorista, comprobaron que el sospechoso se había ido erigiendo en uno de los principales «bibliotecarios» de la red de redes Al Qaeda, lo que significa que se había convertido en una de las piezas clave de la campaña de propaganda y de captación de terroristas de esta organización en internet.

El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, agregó ayer que el detenido no sólo trabajaba para la red de redes, sino también para dos de sus filiales: Al Qaeda en la Península Arábiga y Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI).Así mismo se cree que elaboraba y difundía vídeos de apología del yihadismo y que buscaba nuevos terroristas a través de la página web que administraba.

Las fuentes antes citadas agregaron que Almalki también organizaba, desde su casa y siempre a través de internet, el transporte a Afganistán y a otros centros de formación de Al Qaeda de los nuevos adeptos a la causa islamista radical. El detenido salió, esposado, con la cabeza cubierta y en medio de un fortísimo dispositivo de seguridad, poco antes de las tres de la tarde. Tras recorrer a buena velocidad el espacio entre el portal y el Nissan Patrol de la Guardia Civil, fue introducido en el vehículo, que partió rumbo hacia Madrid. En unos días comparecerá ante la Audiencia Nacional.

Una alfombra orientada a La Meca junto al ordenador

Una veintena de agentes del Grupo Rural de Seguridad (GRS3) de Valencia entraron poco después de las siete de la mañana en el edificio del número 14 de la calle Juan XXII. Habían esperado a que la esposa de Almalki y su hija, de 15 años, salieran de casa. Subieron al rellano del sexto piso. Dos de ellos abrieron de un seco golpe con un ariete la puerta. Cinco agentes con escudo, chalecos antibalas y armas en mano entraron en tropel. El sospechoso estaba al final del pasillo, en el salón, sentado viendo un informativo matutino en la televisión. Sólo tuvo tiempo de levantarse y girar la cabeza hacia la entrada. El primer agente lo inmovilizó y el segundo le colocó los grilletes.

Empezaba así un concienzudo registro de casi ocho horas durante las cuales los especialistas de Información desmontaron hueco por hueco la casa. Sin embargo, lo más interesante estaba en el estudio del jordano, un pequeño patio que da al patio interior en el que se pasaba hasta 16 horas al día conectado a internet. Era su feudo. Tanto, que es la única estancia de la casa con motivos coránicos y elementos decorativos de clara referencia islámica. Incluso tenía dispuesta una pequeña alfombra en el suelo, orientada hacia la Meca, sobre la que rezaba las preceptivas cinco veces diarias. Durante todo el registro, en el que también estuvieron presentes su abogado y el secretario judicial, no pronunció una sola palabra, ni mostró resistencia alguna. Sólo un evidente malestar cada vez que un agente removía el material que había acumulado.