El ruido en las ciudades es algo que preocupa a los vecinos y que se regula en la Unión Europea desde que comenzó a dar los primeros pasos. La primera directiva que hace referencia al ruido en las motos data de los años setenta y desde entonces los fabricantes deben especificar los decibelios que produce la motocicleta en marcha y parada, con el motor encendido.

Sobre la normativa europea (91 db de tope de medición de ruido) las administraciones autonómicas y locales han creado sus leyes y ordenanzas, así como las sanciones para aquellos motoristas que contaminen acústicamente las calles. Está claro que las molestias que genera un tubo de escape al aire libre –en una carretera que atraviesa el campo– no tiene nada que ver a si el motor funciona en una calle estrecha y de edificios altos o en el interior de un túnel. Las sanciones para los conductores varían según el municipio. Sin embargo, los propietarios de las motocicletas tienen una cita con la Inspección Técnica de Vehículos (ITV) cuando las «máquinas» envejecen. La manipulación de los tubos de escape –décadas atrás muy frecuente para ganar en fuerza y velocidad– ahora en teoría está vigilada con lupa. En la documentación técnica de cada moto aparece el nivel de ruido que emite. A partir de aquí, los agentes de la policía local pueden multar según indiquen las ordenanzas.

Se pueden inmovilizar

La ley valenciana 7/2002, de 3 de diciembre, de Protección contra la Contaminación Acústica en el apartado de motos explica que «el nivel de ruido emitido por los vehículos a motor se considerará admisible, siempre que no rebase los límites establecidos reglamentariamente para cada tipo, en las condiciones de evaluación que igualmente se establezcan a tal efecto». Por otra parte, «si el vehículo rebasara los límites establecidos en más de 6 dB será inmovilizado y trasladado a dependencias habilitadas al efecto».

Un real decreto posterior (de 2004) establecía una disposición transitoria para ciclomotores que prevé un valor límite aplicable a los mismos que se fija en 91 dB considerando que la medición se realiza a un distancia de 50 centímetros del tubo de escape. Las motos con certificación de «antiguas» pueden sobrepasar esos límites. En cada localidad los controles, las ordenanzas y las sanciones varían. Los tubos de escape andan sueltos por las calles.

La Policía Local de Alzira impuso en 2011 diez denuncias a ciclomotores y motocicletas por exceso de ruidos aunque, ante el costoso proceso que supone realizar una medición sonométrica, la mayoría de las denuncias se tramitó tras constatar los agentes que las motos sospechosas de superar las emisiones sonoras no tenían en vigor la tarjeta de la Inspección Técnica de Vehículos, que también es obligatoria para los ciclomotores desde 2009. Se trata de multas de 200 euros que se tramitan como falta grave a través de Tráfico, según confirmaron fuentes de Jefatura, que señalaron que la circulación de motos a escape libre «no es un problema acuciante» en Alzira y que cuando se detecta un ciclomotor o motocicleta «que hace más ruido de lo normal» se le reclama la tarjeta de la ITV ya que se considera que, en esas condiciones, no habría pasado la inspección.

En Cullera ya hace tiempo que no se realiza ninguna campaña específica para controlar el ruido de las motos, pero periódicamente se suelen realizar controles. Desde la policía local constatan que, en los últimos años, se ha reducido el número de motos que sobrepasan los límites de sonido establecidos. «Ha habido un cambio de mentalidad, la gente está más concienciada de la contaminación acústica y, además, la sanción puede llegar hasta los 600 euros», explica la policía local. Se multa a las motos que tienen el escape libre, no tienen silenciador o su silenciador no es el adecuado. La sanción suele ser de 200 euros cuando el propio policía aprecia que se están sobrepasando los límites acústicos, pero si se utiliza un sonómetro para conocer exactamente los decibelios, la sanción es de 600 euros. Aunque este último método no se suele utilizar porque, según la policía, es muy complicado emplear este aparato.

La Policía Local de Sueca impone entre 20 y 30 sanciones anuales por el ruido que generan algunas motocicletas, según fuentes municipales. Estas actuaciones se llevan a cabo, básicamente, en primavera y verano coincidiendo con las mejores condiciones meteorológicas para el uso de estos vehículos. Lógicamente se trata del período del año en el que se realizan mayor número de controles, sobre todo en los núcleos urbanos de la costa y zonas residenciales. Estas intervenciones han condicionado una reducción en los accidentes, según afirma la concejal de Seguridad Ciudadana de María José Sarrió.

Sueca tiene una ordenanza municipal sobre prevención de la contaminación acústica que data de finales de 1995, si bien no está actualizada a la normativa vigente. Es por ello que las multas se imponen de acuerdo con la ley autonómica y estatal de seguridad vial y reglamento de vehículos, según explica la edil.

Mientras, en Algemesí no parece que la cuestión del ruido de las motocicletas inquiete en exceso. En la última campaña de control intensivo realizada por la Policía Local sólo se impuso una sanción. De las 58 motocicletas inspeccionadas, los agentes denunciaron a un conductor por no llevar casco y otros cuatro porque la motocicleta no había pasado la pertinente revisión técnica.

Por otro lado, en Carcaixent señalan que los problemas de ruidos suelen afectar a otros ámbitos como los locales de ocio, y asegura que el que afecta al tráfico era muy puntual y no suponía un quebradero de cabeza ni para la policía ni para el vecindario. Informan Pascual Fandos, Pepi Bohigues y Eva Melero.

En Gandia, en los últimos dos años se ha reducido el número de motos que circulan con el tubo de escape no reglamentario. La actuación de la policía y sus rigurosos controles han reducido la contaminación acústica en las calles de la capital de la Safor. Informa Sergi Sapena.

Sagunt no tiene entre sus prioridades la lucha contra el excesivo ruido de las motocicletas. De hecho, los últimos meses se han saldado sin ninguna denuncia por este motivo, según apunta el concejal de Policía Local, Francisco Villar (PP). «Sí hemos puesto multas por contaminación acústica y también hemos hecho campañas sobre varias infracciones de tráfico, pero no hemos detectado problemas en los ruidos que generan los ciclomotores», asegura el edil. Informa Rafa Herrero.