Los sobrecostes en las obras generaron sobrecostes en los gastos de arquitectura. Y no pocos. Nada menos que 42 millones de euros, que fueron a parar a las sociedades Calatrava Valls S. A. y Santiago Calatrava S. A., con las que el arquitecto de Benimàmet facturó desde Suiza a la empresa pública de la Generalitat. Y ello fue así gracias a los anexos que, en septiembre de 1996, incluyó el Consell de Zaplana para que el artista cobrara por redacción de los proyectos el 7,5% del coste «real y total» de las obras, en vez del 6,5% sobre la cantidad presupuestada, tal como se fijaba en los contratos suscritos con el Gobierno autonómico de Joan Lerma.

Al final, los emolumentos del arquitecto se dispararon hasta los 94 millones, en vez de los 52 que habría cobrado de no haber existido la mejora contractual. Calatrava cobró, además, el 4,5% sobre el coste total en concepto de dirección de obra. Los acuerdos con los consellers socialistas Eugenio Burriel y Antonio Birlanga no experimentaron en ese punto ningún incremento. La mejora introducida por el Consell del PP permitió a Calatrava sacar tajada de los sobrecostes astronómicos que ha ido acumulando Cacsa. Al menos 526,9 millones solamente en construcción de los edificios. La desviación casi triplica (representa un incremento del 187,8%) la previsión inicial. Las obras que se presupuestaron en 280,4 millones, han acabado costando 807,4 a base de modificados.

Las cifras se desprenden de los contratos de construcción adjudicados a las diversas UTE, puestos a disposición del diputado de Esquerra Unida Ignacio Blanco, quien está fiscalizando los pagos millonarios a Calatrava. Las cantidades citadas se quedan cortas, dado que sólo comprende los gastos de construcción, y no todos, de seis de los siete elementos arquitectónicos del complejo ubicado en el viejo cauce del Turia. No se incluyen las tres Torres de Calatrava, que sólo existen en el plano virtual, en la figuración por ordenador, pero nunca han crecido en el solar que estaba llamado a acogerlas. Las torres generaron costes de arquitectura, más de 15 millones, pero evidentemente no de obra.

El sobrecoste de l´Oceanogràfic tampoco se incluye en esas cifras. Es el único de los proyectos que no fue acometido por el arquitecto, que acabó cobrando 94 millones. Hay que hacer la salvedad de que el mayor de los contratos de construcción adjudicados (96,9 millones) por Cacsa corresponde a las obras de la Torre de Telecomunicaciones, que fue concebida por el Consell socialista y se cayó del proyecto popular para incluir en su lugar el Palau de les Arts. La sustitución de un elemento por otro se oficializó en un acuerdo de 11 de noviembre de 1996 firmado por el entonces director general de Cacsa, Miguel Navarro, y por los representantes de Cubiertas y Mzov y Dragados y Construcciones, a las que se les habían adjudicado en UTE las obras de la torre de comunicaciones.

Elogios de Blasco al artista

El Palau ha acabado costando 434,2 millones de euros, sin contar los 44,3 cobrados por Calatrava por la redacción de ese proyecto y la dirección de obra. Sin duda, es el elemento más caro de todo el sembrado de pirámides del complejo de ocio. A mucha distancia está l´Oceanográfic, que costó 183,4 millones sólo en obra. El Museo Príncipe Felipe acabó rozando los 170. En total la Ciutat de les Arts ha alcanzado los 1.102 millones, sin contar la urbanización de los aledaños.

El síndic del PP en las Corts, Rafael Blasco, defendió ayer que Calatrava es «una de las personas que más ha contribuido al prestigio, al conocimiento y a la excelencia de la Comunitat Valenciana». El popular valoró el hecho de «tener un complejo cultural que es el más visitado de España, con más de 40 millones de visitas».