El "Pacto del Olvido" que establecieron las fuerzas políticas durante la transición, la propaganda franquista que ha extendido sus tentáculos hasta el siglo XXI y "la generación del silencio, que fueron los hijos y familias de los represaliados" han provocado, según el historiador e hispanista británico, Paul Preston, que en España haya habido "muy poco interés institucional por conocer la verdad durante la guerra civil española y los años de dictadura". De hecho, recordó, "las personas que más han hecho por investigar y conocer la verdad son el dueño de una gasolinera en Andalucía, un cantautor de La Rioja y el propietario de un estanco en la Comunitat Valenciana".

Y quien ha intentado ir más allá, como el juez Baltasar Garzón, ha sido perseguido por intentar investigar los crimenes del franquismo, aunque fuera antes expulsado de la carrera judicial por las escuchas del caso Gürtel. Preguntado por la memoria histórica y por si firmaría la petición de indulto para Garzón, el historiador aseguró: "Si Garzón me hubiera consultado, otro gallo habría cantado. Los que iban a por Garzón han mostrado muchísima inteligencia. La pregunta es cómo se metió en esa trampa".

Preston acudió ayer a Valencia para clausurar la tercera edición del Máster en Derechos Humanos, Democrácia y Justicia Internacional con la conferencia "El holocausto español". La Universitat de València tuvo que habilitar el paraninfo y el Aula Magna para dar cabida a los seguidores de Preston que guardaban cola para asistir a la conferencia del hispanista británico.

Preston explicó que su última obra, que ha contado con la colaboración de un nutrido grupo de historiadores locales, persigue "contribuir a la reconciliación" y que "las víctimas de los dos bandos supieran del dolor del otro bando". Asegura que eligió la palabra holocausto, habitualmente utilizada para hablar de la campaña de exterminio planeada por los nazis, "porque era la única palabra adecuada para expresar el horror que se extendió por España entre 1936 y 1943, como mínimo y mi indignación por todo lo que sucedió". No ha pretendido crear polémica con la palabra "holocausto" aunque sí la esperaba porque el exterminio planificado, "sobre todo por los militares rebeldes se silenció dentro y fuera de España".

El historiador intenta explicar en su último libro, y así lo detalló en su conferencia, que la represión en el bando republicano provocó "unas 50.000 víctimas. Es una cifra bastante aproximada, porque los republicanos primero y los rebeldes después hicieron un esfuerzo por identificar a las víctimas". Sin embargo, aseguró con rotundidad, "las personas asesinadas en la zona "nacional" fueron el triple" aunque la estadística no ha sido tan exhaustiva porque "los militares rebeldes no tenían ningún interés en investigar sus propios crimenes. Los investigadores locales han podido contrastar la cifra de 130.000 víctimas, aunque no me extrañaría que llegasen a las 200.000". Y lo peor, lamentó, es que la mención en la lista de un libro será "la única lápida que tengan algunos represaliados".