Relevo fulminante. El pleno del Consell aprobó ayer la destitución del director general de la Agencia Valenciana de Evaluación y Prospectiva de la Conselleria de Educación, Mariano Vivancos, por llamar "talibanes" a los docentes en uno de los actos organizados por el Gobierno valenciano para explicar los recortes.

El cese, que cayó como una bomba en el PP, sobre todo en el sector cristiano del partido en el que estaba ubicado Vivancos, figuraba en los asuntos del orden del día comunicados por el vicepresidente del Consell, José Císcar, durante la rueda de prensa posterior a la reunión del Consell. El vicepresidente y portavoz del Consell informó del cese sin la consabida muletilla de "agradeciéndole los servicios prestados" y al ser preguntado por los motivos no se anduvo por las ramas: "El Consell considera que algunas expresiones vertidas por Vivancos fueron totalmente desafortunadas".

Las palabras de Vivancos -justificó los cambios en el sistema educativo para "contrarrestar la ideología de tanto talibán que hace política en las aulas y que forman a nuestros hijos de una manera que no queremos"- fueron censuradas por Císcar: "En primer lugar, no se ajustan a la realidad y en segundo lugar, son totalmente desafortunadas en un momento y en un contexto donde también a los profesores, a nuestros docentes les estamos exigiendo sacrificios", apostilló. "A los profesores al igual que al resto de los ciudadanos se les está pidiendo que hagan esfuerzos ante la crisis y lo que no se quiere desde el Gobierno valenciano es que se produzcan este tipo de expresiones", sentenció.

La decisión adoptada se produce después que desde la propia conselleria de Educación, que dirige Maria José Català, se cuestionara al alto cargo. Fue la propia Catalá quien forzó y comunicó a Vivancos su relevo. En declaraciones a la agencia europa press, Vivancos indicó que sus palabras habían sido malinterpretadas y sacadas de contexto, si bien admitió que utilizo un término "desafortunado". Añadió que no había pedido explicaciones cuando nombraron en el cargo, ni tampoco lo ha hecho ahora con su destitución, si bien agradeció a todos los gobiernos del PP que "le hayan permitido entregar sus "mejores años profesionales para mejorar el desarrollo de la C. Valenciana".

Y es que Vivancos no era un recién llegado a la Administración del PP. Considerado del círculo de confianza del presidente de las Corts, Juan Cotino, Vivancos estuvo en la sala de máquinas del Palau de la Generalitat con Eduardo Zaplana y con Francisco Camps. Trabajó en el servicio de Planificación -la factoría de ideas y argumentarios- y en conselleries en la que desarrolló sobre todo su faceta de gestor. Licenciado en Derecho, Políticas y Sociología, Vivancos lidió con la subsecretarías de Bienestar Social y de Educación. También fue llamado para aportar ideas al programa electoral. Al inicio de esta legislatura, Camps lo situó en el Servef donde saltó con la llegada de Català. Aunque los sindicatos de profesores celebraron el cese -habían pedido su destitución- el revuelo en el PP fue enorme. Además de considerarse un torpedo en la línea de flotación al sector cristiano del PP; algunos cargos admitían que la destitución era "desconcertante", "desmesurada" e incluso "cruel". En opinión de algunos, hubiera sido suficiente con una disculpas públicas.

Rus fue imputado por llamarles "gilipollas"

Los ataques verbales a los profesores tienen un antecedente que acabó en los tribunales, aunque finalmente la demanda no prosperó. El presidente de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus, tuvo que declarar por un presunto delito de "injurias y amenazas" a profesores.

Escola Valenciana lo demandó en 2009 por haber llamado en una cena "gilipollas" a los profesores que utilizan términos en valenciano como "aleshores" y "gairebé". Rus añadió que había que "rematarlos". Los insultos del alcalde de Xàtiva desataron una oleada de protestas. Finalmente el juez absolvió. Rus pidió disculpas y admitió que los cargos públicos debían guardar la compostura. En aquel momento, desde la conselleria de Educación en manos de Alejandro Font de Mora ni siquiera hubo un reproche. Las hemeroteca da cuenta de otros excesos verbales que se han zanjado con disculpas. Trajo cola la frase que Juan Cotino espetó a la diputada de Compromís Mònica Oltra. "Tendría vergüenza, si fuera padre, de tener una hija como ésta, pero como probablemente no lo conozca". Tuvo que pedir perdón.