A los niños cada vez se les acaba antes la infancia. Esa es la idea que se desprende de un estudio que versa sobre la relación familia-juego, el primero en España de estas características y que ha sido realizado por Petra Mª Pérez, catedrática de Teoría de la Educación de la Universitat de València. Juegan menos, y cuando lo hacen, es a solas, casi siempre con "maquinitas" de por medio.

"Lo primero que se hace es prohibir a los niños jugar", explica a Levante-EMV la catedrática. Y esto, según los expertos, es muy contraproducente, ya que es en el juego infantil donde los niños aprenden a socializarse. "Es fundamental que jueguen. Un niño pone límites a otro. En cambio, cuando juegan con los padres esto no ocurre. El progenitor no cumple las reglas del juego igual que un menor".

Así, el estudio revela que los menores actuales no juegan con iguales, sino que lo hacen con adultos, normalmente sus padres o sus hermanos mayores, con los que normalmente se llevan bastante edad. "Me parece increíble que los niños no conozcan a sus vecinos, sólo el 4% lo hacen". Pérez indica que desde sus primeros estudios en este campo, allá por los años ochenta, a ahora, el modelo de niñez ha cambiado completamente. "Antes el vecino era el primero con el que se salía a jugar, ahora, de entrada se restringe el jugar al aire libre. Llevamos unas vidas muy individualistas, encerrados en nuestros hogares, sin conocer a los vecinos", lamentó la profesora.

Para el estudio, que ha sido elaborado con la colaboración del Observatorio del Juego Infantil, del que forma parte la profesora Petra María Pérez, se han realizado entrevistas online a mil familias españolas. De este muestreo, se ha extraído que la mayoría de infantes juega más con sus padres (53,2%) y madres (59,1%) que con niños de su edad (27,4%). Casi la mitad de los casos estudiados demuestran que cuanto mayores son los padres más juegan los niños en casa, al igual que cuantos más hijos tienen.

"Radiografía de la sociedad"

Los menores y su comportamiento son el reflejo de la sociedad, cada vez más afectada por la "cultura urbana" y por el estilo de vida que supedita el juego a las actividades extraescolares. "Los padres creen que cuantas más actividades extraescolares hagan mejor preparados estarán para el futuro. No se dan cuenta de que lo que aprenden en el juego es fundamental después para la vida laboral", expone Pérez. Así, el juego ayuda a superar la frustración, a aprender, a respetar la ley y además inculca un sentimiento de responsabilidad democrática, según la profesora.

Para la experta, es chocante ver como hace unos años sus estudios se ejecutaban en niños comprendidos en una horquilla de siete hasta los 14 años. "Ahora, un menor de 11 años ya quiere hacer botellón e ir a las discotecas 'light'. Se les va la niñez completamente".

"El problema es que además de tener pocos hermanos, o con edades distantes, el juego en la escuela se limita a la hora del patio. Allí todo son canchas de deporte, dejando poco espacio al juego libre". En definitiva, la catedrática alerta de un posible efecto negativo, con niños más individualistas y alienados de la sociedad.