El pasado martes el Grupo de Predicción y Vigilancia (GPV) de Aemet dio la voz de alarma a Protección Civil: se había superado lo que los expertos llaman «la barrera de los 30». Es decir, más de 30 grados de temperatura, menos del 30% de humedad y vientos a más de 30 kilómetros por hora.

El jefe del GVP, Víctor Alcover, explicó a Levante-EMV que las condiciones que dificultan y marcan el devenir de un incendio son la temperatura, la humedad relativa, el viento y la persistencia de todos estos elementos negativos durante un determinado período de tiempo. En este caso, se han dado todos los factores. En el momento en que se originó el primer incendio, el de Cortes de Pallás, había más de 40 grados de temperatura y una humedad de menos del 15 %.

«Cuando estos ciclos llegan (uno o dos cada verano), el grupo de predicción avisa inmediatamente a Protección Civil, que activa el protocolo de prevención (prohibir la quema al aire libre)», explica el experto. Sin embargo, para Alcover esta medida es «ineficaz», ya que cualquier acción, meteorológica o humana, puede desencadenar «una verdadera catástrofe», sentenció. Durante el desarrollo de un incendio se van actualizando los datos y se mantiene un contacto constante con las autoridades, ya que cualquier cambio en las condiciones climatológicas puede determinar el futuro del siniestro.

Primeras horas cruciales

«Si en las primeras horas no se ha sofocado el incendio, puede resultar una catástrofe», indicó Alcover. En este sentido, el experto recordó los graves incendios de 1994, donde se quemaron más de 130.000 hectáreas. «Aquel ciclo de superación de la barrera de los 30 fue peor», cuenta. La diferencia entre ambos es el origen, que en aquel caso fue causado por un rayo. Ahora, el contexto era el idóneo para una catástrofe: temperaturas extremas, bosques y montes muy secos y vientos potentes de poniente.

La previsión para las próximas jornadas da una tregua. Durante 8 o 10 días se rebajará la tensión, según las previsiones del experto. Lo importante si se quiere evitar otra desgracia medioambiental es que no caigan lluvias torrenciales dentro de tres meses: podría impedir regenerar más rápido el monte.