Los expertos consideran que el daño medioambiental que el fuego que lleva días devorando el interior de Valencia es todavía difícil de calcular, aunque el daño para la vegetación será visible durante décadas. Tanto en los montes arrasados por el incendio de Dos Aguas como en la Sierra Calderona, la última joya vegetativa donde se ha adentrado el fuego.

En la zona de Cortes de Pallás gran parte de la vegetación calcinada estaba formada por pinos, un árbol de muy complicada regeneración. «Los pinos no rebrotan. Aunque si las piñas estaban en buen estado puede que en un futuro crezcan de nuevo», apunta Carles Arnal, exdiputado, biólogo y dirigente de Acció Ecologista-Agró. En su opinión, para la futura reforestación las ejes de acción se deben centrar en la «calidad frente a la cantidad».

Por otra parte, el daño que sufra la Calderona tendrá más fácil recuperación. Esa zona de bosque compuesta por encinas es mucho más fácil de reforestar, advierte. La encina es un árbol que rebrota fácilmente, aunque los pinos, de menor coste, suelen plantarse más. En la actualidad se plantan en torno a un 5 ó 10% de encinas.

Aunque el fuego puede haber arrasado en torno a 50.000 hectáreas, la falta de cifras oficiales lleva a biólogos y geógrafos a mantenerse prudentes a la hora de calcular el impacto medioambiental. Eso sí, el primer diagnóstico: «desastroso» y destacan la importancia de la prevención en la acción forestal.

Miguel Crespo, también integrante de Agró, recuerda la similitud de los parámetros meteorológicos con los del incendio de 1994. «La escasez de precipitaciones, las altas temperaturas de los pasados meses y la sequedad del monte» han hecho que cualquier motivo incendiario provocase una catástrofe medioambiental, explica Crespo.