Una veintena de personas que fueron desalojadas de forma preventiva a consecuencia del incendio declarado en Andilla han podido este miércoles regresar a sus casas, según han informado fuentes del Centro de Coordinación de Emergencias.

El incendio de Andilla, que se inició el pasado viernes ya se encuentra "prácticamente estabilizado" y, según los últimos datos facilitados por la Generalitat, ha afectado a 19.940 hectáreas, de ellas 13.293 de arbolado y 6.647 hectáreas de matorral.

Por otra parte, Cruz Roja cerró anoche el albergue de Altura y solo mantiene abierto el instalado en el colegio público de Villar del Arzobispo, donde esta noche se ha atendido a 381 personas, entre vecinos de Andilla, miembros de la Unidad Militar de Emergencia (UME) y personal de Cruz Roja.

Fuentes de la Organización Humanitaria han señalado que desde que empezaron los incendios de Cortes de Pallás y Andilla han participado 300 personas de Cruz Roja, el 95 por ciento de ellos voluntarios de las asambleas locales de la Comunitat Valenciana y un grupo de Madrid.

Desde que el pasado jueves se iniciaran los incendios Cruz Roja ha recibido "numerosas llamadas" de gente joven que se ha ofrecido a colaborar en las tareas de extinción, aunque no han podido participar ya que para ello es necesario tener una formación en gestión de emergencias e incendios.

Las mismas fuentes han destacado el comportamiento del personal del Ayuntamiento de Villar del Arzobispo y de los vecinos de la población, e incluso han destacado que el personal del colegio donde han instalado el albergue esta colaborando cocinando comida.

Francisco Fuster, que tiene una casa de campo en el término municipal de la localidad valenciana de Macastre, ha declarado a Efe que acaba de vivir los cinco peores días de su vida.

Cinco días en los que no ha podido llegar hasta su casa de campo y en los que ha sufrido porque su vivienda se podría estar quemando y tampoco sabía si sus perros habían logrado sobrevivir.

"Cuando pudimos llegar mi sobrino y yo nos pusimos a llorar. Vimos que estaban vivos. Aquí se criaba de todo y ahora harán falta 25 ó 30 años para que todo vuelva a ser lo que era", cuenta emocionado Francisco.

Francisco Martínez y María Amparo Gisbert también son vecinos de la zona. Hoy recogían agua de una fuente cercana porque en su casa todavía no disponen de agua corriente. "Se te cae el alma a los pies porque esto es mortal, ver todo esto quemado", comenta este vecino.

"Te sientes muy impotente, no pudo ni hablarlo. Miras y esto es deplorable", explica emocionada María Amparo, "antes salía de mi casa y estaban todas las montañas, y ahora está todo quemado".