Se ha hablado de hectáreas, de millones de euros en ayudas, de medios y personal terrestre y aéreo, de vecinos, de alcaldes, de prevención, de extinción, de reforestación. Se han mostrado fotografías impactantes, algunas muy duras de cabras o ardillas calcinadas. Ahora, en un primer balance realizado por la Sociedad Valenciana de Ornitología (SVO), por fin se habla de cifras de la devastación animal de las zonas afectadas. El águila perdicera, el aguilucho cenizo o el búho real son sólo algunas de las 94 especies de aves que tras los grandes incendios de Cortes de Pallás y Andilla han sufrido graves consecuencias. A ello se le suman unas 25 especies de mamíferos, doce de reptiles y cuatro de anfibios. En total, cerca de 150 especies afectadas por las llamas.

Quemada, asfixiada o desplazada. Así ha quedado la fauna tras el paso del fuego. Quince de las especies avícolas aparecen en la Directiva de Aves como vulnerables y están en peligro, como las águilas perdiceras. En la Comunitat Valenciana se encuentra el 10% de la reserva de toda España de esta especie, que a su vez representa el 80% total en toda Europa. Al parecer, el único nido que quedaba de la última pareja avistada de aguiluchos cenizos también fue arrasada por el fuego en la Sierra Martés.

El presidente de la SVO, Antonio Polo, explicó a Levante-EMV que en la expedición de reconocimiento que han hecho al lugar de los incendios se han encontrado multitud de animales muertos, «aunque también algunos vivos. Unos salieron corriendo y consiguieron escapar, otros se refugiaron en grietas de la roca o cuevas», indicó.

El informe de esta entidad, realizado tan sólo una semana después de la catástrofe, recoge que muchos mamíferos carnívoros, como los zorros, tejones, gatos monteses, ginetas o garduñas murieron o bien quemados por las llamas o por el humo. A los pájaros, por su parte, no les bastaron las alas. «Durante la noche el fuego continuaba avanzando y muchas aves tenían que descansar, después de todo el día volando huyendo de las llamas», indicó Polo. Ese fue su final.

También se han visto afectadas al menos cuatro especies de anfibios, como el sapo común; reptiles, como diferentes especies de culebras o lagartijas; y roedores, como las ardillas.

Protección del río Magro

Aunque el agua apaga fuegos y puede parecer más poderosa, tampoco ésta sirvió de cobijo total a la fauna acuática. Los peces del río Magro también podrían sufrir sus consecuencias, ya que la mayor parte de las riberas del río se han quemado. Las cenizas han ido a parar al agua, «hecho que provoca una acidificación» del medio en el que viven estos animales. «Si lloviera de forma torrencial, también sería perjudicial para los peces, ya que arrastraría hasta el río arena y cenizas», expuso el presidente de SVO. Ahora, el problema para los supervivientes es encontrar alimento en la tierra devastada.

El 80 % se reforestará de «manera natural»

El 80 % del bosque quemado en la provincia de Valencia se reforestará de «manera natural», según aseguró el director del Centro de Investigaciones sobre Desertificación (dependiente del CSIC), Patricio García-Fayos. El tipo de bosque quemado en estos grandes incendios favorece la regeneración natural de la vegetación, por lo que las posibles labores de reforestación deberían ser muy puntuales. La situación cambia a partir de los 1.000 metros de altitud, donde hay especies arbóreas como el pino negral o la sabina albar, que no tienen mecanismos de adaptación al fuego, por lo para recuperarlas habría que realizar repoblaciones a partir de plantones de vivero o siembra directa en zonas de acceso difícil. El investigador estima que en diez años, «sería razonable esperar que haya pasado el peligro».