El controvertido y desierto aeropuerto impulsado por el expresidente de la diputación de Castelló, Carlos Fabra, vio ayer planear su primer avión 15 meses después de haber sido inaugurado. Eso sí, las pistas siguen cerradas y la esperada aeronave no fue más que una réplica color hojalata que culminó la escultura de 24 metros de altura del artista Ripollés, que al iniciar la obra en 2010 dijo haberse inspirado en Fabra surgiéndole un avión de la cabeza.

Pese a ello, Ripollés negó ayer que el monumento ("El hombre avión") sea un homenaje a Fabra e intentó capear las críticas contra una supuesta exaltación megalómana del expresidente del PP -y aún presidente de Aerocas- que costará 300.000 euros a las arcas públicas de la sociedad Aerocas, que arrastra cerca de 100 millones de deuda y otros 25 de pérdidas.

Aún así, el escultor no renunció a dejar una puerta abierta a la ambigüedad en la opinión pública. "Es viva la imaginación. Un día dije que me inspiró una cosa y otro día puedo cambiar y decir que me inspira otra, porque para eso estoy vivo. Cada cual es libre de imaginar lo que quiera. Mis esculturas siempre tienen cuatro caras, como las personas en la vida".

Estas fueron las primeras palabras de un Ripollés que posó triunfal y regalando sonrisas ante las cámaras frente a su obra más colosal -al menos en tamaño- y que escenificó una llegada recargada de "glamour" castellonero en su flamante "jeep" 4x4, que aterrizó en una rotonda ambientada por un paisaje de secarral, decenas de madrigueras de conejos y tres solitarios agentes de seguridad.

Pasado el protocolo, Ripollés subrayó que él es un artista libre que no rinde pleitesía "ni a Fabra ni al PP". "A mí nadie me dice lo que tengo que hacer ni cómo lo tengo que hacer. ¡Nadie! Y con esta obra he perdido dinero. He tenido que poner más de 127.000 euros de los ahorros de mis hijos".