La afanosa tarea de perseguir y certificar la identidad de 50 linajes catalanes requiere el espaldarazo de los más expertos. En este caso, dos disciplinas como la Historia y la Biología se han dado la mano para apoyar el «Projecte Cognoms Catalans», llevado a cabo por los investigadores de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, y que ayer reveló con detalle Levante-EMV.

Desde la perspectiva de Enric Guinot, catedrático en Historia Medieval de la Universitat de València, la investigación sobre el origen común de los apellidos catalanes «no va a descubrir nada que no se tenga ya documentado en los archivos del siglo XII y XIII», ya que, tal como explica, se tiene comprobado que la gran mayoría de los apellidos valencianos provienen de la repoblación posterior a la llegada de Jaume I.

Sin embargo, «el estudio puede servir para detectar algunas irregularidades sufridas en algunos linajes a través del tiempo, y de los que no tenemos pruebas porque no se llegaron a reflejar en los papeles». Se refiere el profesor Guinot a «violaciones, adopciones o cambios de apellido por conversión religiosa», hechos frecuentes durante el medievo que ahora saldrán a la luz mediante las comparaciones de la información genética contenida en el cromosoma Y de cada apellido.

Por contra, más complicado parece determinar las raíces árabes de algún linaje de los que se incluyen en la lista, puesto que según señala el historiador «todos son de origen cristiano y judío», así como remontarse más allá de la Edad Media, donde se pierden las referencias de los apellidos utilizados.

Enric Guinot, estudioso de la geografía de los apellidos valencianos, conoce de cerca el proyecto de los científicos catalanes y asegura que en este tipo de trabajos «la investigación histórica y la genética son totalmente complementarias».

ADN como máquina del tiempo

Para Juli Peretó, profesor de Biología Molecular en la Universitat de València, el mejor compañero que puede tener la Historia en su viaje por el tiempo no es otro que el ADN. Peretó asegura que «una muestra del genoma es para los especialistas como un documento histórico, con el que se puede reconstruir la realidad de tiempos pasados». En este aspecto, considera «interesante» el proyecto, ya que investigar el cromosoma Y de los apellidos repartidos por la Comunitat Valenciana, Cataluña y Baleares «puede confirmar que la herencia cultural y la genética confluyen», exceptuando los casos en los que haya existido variaciones en los genes por motivos de adopción o cambio de nombre.

En este sentido, el gran protagonista es el peculiar cromosoma Y, que sólo se transmite por vía paterna a los hijos varones. «No contiene una información demasiado reveladora, pero con el trabajo de comparación entre los cromosomas de diferentes personas con el mismo apellido se puede llegar a determinar un origen común».

El gran riesgo de tratar con información genética es la «fragilidad de este material» resalta Peretó, que asegura que los laboratorios en los que trabajan los investigadores catalanes del proyecto son seguros, ya que «cumplen con todas las condiciones para que las muestras no puedan contaminarse». Unas muestras con las que parece que se puede viajar en el tiempo ocho siglos atrás.