El aeropuerto de Corvera de la Región de Murcia, construido y acabado pero aún por inaugurar, se puede considerar miembro del exclusivo club que forman Castelló y Ciudad Real, las dos provincias que ostentan el dudoso honor de albergar un aeropuerto sin aviones en su territorio. Corvera no se abre al tráfico, tras una inversión de 260 millones de euros, porque está pendiente de obtener los permisos del Ministerio de Fomento y Aena, además de resolver con Defensa los problemas de gestión del espacio aéreo que genera la proximidad de tres instalaciones militares. ¿Cómo se empezó entonces a construir, si éstas ya existían antes de empezar?

Desde que acabó la guerra civil, Murcia siempre había querido tener un aeropuerto civil. Y, de hecho, pugnó con Alicante por albergar una terminal de gran capacidad e internacional, aunque finalmente fue l'Altet, en Elche, el que se llevó el gato al agua. Cuando el popular Ramón Luis Valcárcel llegó en 1995 a la presidencia de la Región de Murcia, cogió la bandera de la reivindicación de una nueva terminal que completara los restringidos horarios civiles del aeropuerto militar de San Javier. Tras años de estudios, en el año 2000 la comunidad autónoma elige unos terrenos ubicados entre las pedanías de Corvera y Valladolises como los idóneos para albergar el nuevo aeródromo. Pero con lo que no contaba Valcárcel es que encontraría en su propio partido las principales trabas a la nueva terminal. En 2001, Murcia pide al Ministerio de Fomento, dirigido entonces por Francisco Álvarez Cascos, que tramite la declaración de interés general del nuevo aeropuerto. Pero el ministro de Defensa, y diputado por Alicante, Federico Trillo decide revitalizar el aeropuerto militar de San Javier, y convence a Cascos en Fomento para que cofinancie la iniciativa. Una jugada que bloquea de facto la construcción del aeropuerto de Corvera y enfada al presidente murciano.

Valcárcel recurre entonces al presidente del Gobierno, José María Aznar, e incluso amenaza con no presentarse a la reelección como presidente de Murcia, tal como el mismo Aznar le había pedido, si no salía adelante el proyecto. Finalmente, fue Álvarez Cascos quien aprobó la declaración de interés general del aeropuerto, aunque sería la socialista Magdalena Álvarez quien daría vía libre al plan director del aeropuerto de Corvera. Ni el Gobierno del PP ni el del PSOE han sabido poner freno, en todos estos años, al "café para todos" en materia aeroportuaria que ha permitido la existencia de 47 aeropuertos públicos y 6 privados en España.

Las obras de Corvera se adjudicaron en 2007, aunque no se iniciarían hasta 2008. Y, aunque siempre ha sido promovido por el Gobierno Regional, su gestión será privada. De hecho, la concesionaria del aeropuerto Aeromur, está formada por la constructora Sacyr (que anunció la intención de desprenderse de su 60% de acciones) junto a Cajamurcia, la CAM y cuatro inversores murcianos que se reparten el 40% restante.

Una "isla" rodeada de militares

El problema es que, una vez construido, el aeropuerto de Corvera es como una isla dentro del radio del cielo que tienen asignado la Academia General del Aire de San Javier, la base paracaidista de Alcantarilla y el aeródromo militar de Los Llanos en Albacete. El pasillo aéreo que ofrece el Ministerio de Defensa dentro de estas tres instalaciones hace inviable el tráfico de vuelos comerciales, ya que les obligaría a viajar a tan poca altura que los aviones no podrían recibir las señales de radioayuda instaladas en tierra para aterrizajes y despegues. Además, AENA pide a la concesionaria Aeromur una compensación por las inversiones que se ha visto obligada a realizar en la segunda pista y en la nueva terminal de San Javier. El cambio de signo en el Gobierno central ha ralentizado todas las negociaciones. Fomento, de todos modos, cree que en octubre podrían llegar los permisos definitivos para que el aeropuerto de Corvera pueda albergar aviones alguna vez.