Es la fiesta de los cinco sentidos, destacando la de la vista y, sobre todos los otros, el del olfato. Es una fiesta aromática, por la especial y singular fragancia de la albahaca, planta sagrada y protectora en la India, introducida en la ribera mediterránea con el trajinar del comercio griego-fenicio-romano. Ha sido esta planta la utilizada en las ofrendas a los dioses greco-romanos, para curar, perfumar y ahuyentar insectos. No hay fiesta a la Mare de Déu d'Agost en tierras valencianas que no cuente con alfàbegues a sus pies.

Son plantadas las albahacas en marzo, con el estallido de la primavera, y en Bétera -la festa de les alfàbegues por excelencia- la tradición, para que fueran altas y robustas, ha ordenado siempre que se sembrara en Viernes Santo. Su cultivo y cuidado exige mucha luz y más agua. Así cada año se emplean en vencer todos los records de altura y despliegue.

En la mañana del 15 de agosto las sacan del huerto monográfico dedicado a ellas. Y las llevan en colorista cortejo hasta la Iglesia para ponerlas a los pies de la Mare de Déu d'Agost, la Mare de Déu Gità o la Mare de Déu dormida, que son las advocaciones preferidas por el pueblo valenciano. Antiguamente, en el barroco castellano se le denominó la Virgen del Tránsito, su Asunción por los ángeles al cielo.

El desfile desde el camp de les alfàbegues hasta la Iglesia puede llegar a durar cuatro horas. El trecho que les separa apenas pasa el kilómetro. La comitiva es multicolor en sus indumentarias. Mayorales, Obreres, Corporación Municipal, banda de música, sacan en andas o carros tinajeros las plantas del huerto y las llevan entre confetis, mistelas, pastas, músicas, aplausos, voltetes i miradetes al templo parroquial. No hay prisa.

Las Obreras solteras, vestidas de valenciana, que se ajustan cumplidamente a la tradición no escrita. Les acompañan varones con sombrillas blancas de finos bordados a mano y delicados encajes y también las dos Obreras casadas, que les protegen. Guapas y elegantísimas, la gente apostada en la calle les pide la volteta i el peuet. Es el pegar la volteta una demanda popular para contemplar a la Obrera en todo su esplendor desde todas las perspectivas.

Los amantes de las tradiciones, de la indumentaria, que no conozcan este acto de los 11 días de fiestas de Bétera, donde tiran la casa por la ventana, a pesar de la crisis, disfrutarán de uno de los más peculiares actos festivos de los pueblos valencianos. Un año, cámara de video en ristre, me metí en el centro del cortejo y minuciosamente fui grabando cada detalle del mismo. Es muy pictórico, muy plástico, digno de una bella antología de festejos de esta tierra nuestra que vive en estado permanente de fiesta.

Son ricas en todo las fiestas de Bétera de agosto, como rico ha sido siempre el pueblo, con un extenso término municipal en gran parte donado al pueblo por el Marqués de Dos Aguas, donde siempre, y en los momentos de mayor crisis y depresión, hubo jornales en el campo para quienes querían trabajar.