Instituciones Penitenciarias ha trasladado de Picassent por mala conducta a los presos de ETA Sergio Polo, Manex Castro y Eduardo Pérez de Anuzita. Polo y Castro presuntamente le propinaron una paliza a un interno común que tenía una pierna escayolada porque se quiso sentar en una mesa en la que normalmente comían ellos. Eduardo Pérez de Anuzita no participó directamente en la agresión, pero fue recluido en aislamiento cuando pidió explicaciones a los funcionarios cuando se llevaron a Polo y Castro tras la reyerta, según fuentes próximas al caso. La pelea, como informó Levante-EMV, ocurrió hace un mes.

El incidente sucedió durante la noche del 17 de julio a la hora de la cena cuando el preso común se quiso sentar en una mesa de cuatro personas que normalmente utilizaban los reclusos de ETA. Sergio Polo y Manex Castro increparon al interno al grito de "esta mesa es nuestra" para que se levantara. El recluso, que cumple una condena por robo, les pidió que le dejaran estar allí porque tenía la pierna escayolada. En ese momento, uno de los presos de la banda terrorista ETA golpeó al interno con la bandeja de comida en la cabeza y a continuación el otro etarra le asestó un fuerte puñetazo.

Los funcionarios de la cárcel de Picassent intervinieron en ese mismo instante para separar a los reclusos, y trasladaron al preso común y a los dos etarras que le propinaron la paliza al módulo de aislamiento.

El tercer preso de ETA no intervino en la pelea, pero se acercó a pedir explicaciones a los funcionarios por el traslado al módulo de internamiento de los otros dos terroristas. Los funcionarios se llevaron a Pérez de Anuzita a su celda, donde lo encerraron en régimen de aislamiento. Pérez de Anuzita comunicó que a partir de ese momento se declaraba en huelga de hambre.

Módulo siete

La reyerta se produjo en el módulo siete de la unidad de cumplimiento, que es un área reservada a los presos más conflictivos. En el momento de los hechos, el módulo acogía a 130 internos, aunque lo recomendable es que no hubiera más de cien presos por razones de seguridad.

El problema es que esa zona del centro penitenciario de Picassent no dispone de lugares abiertos, como los talleres, por lo que el espacio es más reducido y los presos tienen un contacto constante. Además, según aseguran fuentes sindicales, el módulo cuenta con la única presencia de entre dos y tres funcionarios, situación que complica la vigilancia.