Hay quien muere de éxito, pero ése no ha sido el caso de Canal 9. El buque insignia de Radiotelevisió Valenciana, cuyas emisiones empezaron el 9 d’Octubre de 1989, afronta la delicada etapa post-ERE en los niveles más bajos de audiencia de sus casi 23 años de historia. El pasado julio, Canal 9 registró el peor dato mensual de su existencia: sólo un 4,2 % de cuota de pantalla. Aunque por sí sola ya es una cifra que evidencia el fracaso (sólo cuatro de cada cien telespectadores valencianos eligen Canal 9), hay dos elementos comparativos que ilustran la auténtica proporción del hundimiento del canal autonómico.

El primero es el de sus cadenas hermanas, el resto de autonómicas españolas. No es ya que Canal 9 sea la penúltima cadena autonómica en el ranking de audiencia, sólo por delante de la televisión murciana 7RM (con un 3 % de cuota de pantalla). Lo más sorprendente es que, de las diez cadenas autonómicas que superan a Canal 9, hay cuatro canales que duplican la audiencia de la televisión valenciana (la gallega TVG, 11 %; Aragón TV, 10,9 %; la vasca ETB2, 10,2 %; y la andaluza Canal Sur, 9,1 %), otros dos que se quedan a sólo tres décimas de doblar la audiencia de Canal 9 (la Televisión Canaria y la asturiana TPA, con el 8,1 % de audiencia) y una cadena, la todopoderosa TV3, que con su cuota de pantalla del 13,1 %, logra triplicar el porcentaje de audiencia de Canal 9. Por si ello fuera poco, NouDos y Nou24 se consolidan como los canales autonómicos minoritarios con más baja audiencia de España: el 0,4 % y el 0,5 %, respectivamente.

El descalabro es incontestable, pero no siempre ha sido así. Y ahí, en la evolución histórica de la audiencia, se encuentra el segundo factor de contraste que da la dimensión del fracaso de la cadena de Burjassot. Antes habrá que apostillar que todas las cadenas han perdido audiencia respecto a los años noventa por la aparición y aumento de cadenas privadas, el surgimiento de canales temáticos a través de la TDT, y el afianzamiento de las diferentes plataformas televisivas de pago. Hecha esa advertencia, la caída en la penetración social de Canal 9 es alarmante. En veinte años, su audiencia ha bajado del 22,5 % al 4,2 %. Es decir, tiene cinco veces menos telespectadores que en 1992.

Hay tres etapas muy diferenciadas que, a grandes rasgos, coinciden con los mandatos de los tres presidentes de la Generalitat más longevos. El primer año completo de emisiones de Canal 9, el 1990, arrojó una audiencia media del 21,4 %. Era la etapa de Amadeu Fabregat como director general de TVV, que llegó hasta 1995 con unas audiencias medias anuales de Canal 9 que siempre superaron el 20 % —con ese récord del 22,5 % en 1992— excepto en 1994, cuando la cuota de pantalla cayó al 17,7%. Así terminaba la era Lerma-Fabregat.

Luego, tras los nueve meses de Juan José Bayona en la dirección general del ente, llegó el tándem Zaplana-Villaescusa. Bajo ese primer reinado popular, que duró de 1996 a 2004, Canal 9 registró una audiencia media anual del 18,5 %.

Hecatombe en la era Camps

Con la entrada de Francisco Camps al Palau de la Generalitat, en 2003, llegó la hecatombe televisiva. Con Pedro García como director general (2004-2009), la audiencia de Canal 9 cayó del 17 % al 11,8 %, media final de 2009.

Después, en la etapa de José López Jaraba (dos años con Camps, uno con Fabra), la televisión autonómica valenciana ha sufrido el gran batacazo de público, coincidiendo con el apagón analógico y la entrada de la TDT. La audiencia del 11,8 % de 2009 se redujo al 6 % a finales de 2011. En los dos primeros años de Jaraba, pues, Canal 9 perdió la mitad de su audiencia. En el acumulado de 2012, su cuota media no llega al 5,3 %. Los dos últimos datos de junio y julio son del 4,2 %. Las cifras ya se acercan a la marginalidad televisiva, a la clandestinidad mediática. Ahora, tras el ERE, será una plantilla mermada, con sólo un tercio de los trabajadores actuales, la encargada de asumir la resurrección de Canal 9.