«Este año en mi centro solamente hay tres estudiantes de Bachiller que han optado por la materia de religión católica. Sin embargo, en las instrucciones de inicio de curso la consellería aprobó su grupo, con su correspondiente profesor. En otras materias „como dibujo técnico„ he visto colectivos de 8-9 alumnos que no han contado con el mismo trato. Hablamos de una situación injusta, que no es singular. Sé de muchos otros centros donde se dan historias parecidas». Son palabras de un director de un instituto integrado (Secundaria y FP) de la provincia de Valencia, que prefiere mantener el anonimato por miedo a represalias. El centro acoge a más de 900 alumnos este curso. Solo tres aprenderán religión este año.

La situación que viven los profesionales de esta rama docente es analizada en un reciente informe confeccionado por el sindicato FETE-UGT. El estudio avala que en el presente curso 2012/13 un total de 1.385 profesores de religión católica darán clase en los colegios e institutos públicos valencianos. A su vez, el documento toma como referencia una nómina de 35.000 euros brutos anuales por docente, por lo que los autores deducen que el Consell destina 48 millones de euros a estas enseñanzas.

El colectivo de profesores de religión está formado por un grupo heterogéneo de profesionales que deben acreditar formación específica relacionada con la teología. Todos deben contar con la pertinente Declaración Eclesiástica de Competencia Académica (DECA), título que garantiza la preparación necesaria para impartir las lecciones en Primaria o Secundaria. La DECA es gestionada por la Conferencia Episcopal, que tiene la última palabra y rige la idoneidad de todos los aspirantes. Licenciados en magisterio que se han especializado tras el paso por la Universidad o titulados en instituciones académicas ligadas a la Iglesia son los dos perfiles mayoritarios.

Diferencias según la rama

Francisco Javier González Zurita (FETE-UGT) comentó que «hablamos de docentes con mayor influencia en la rama de infantil y primaria, así como en la zonas rurales. Conforme los niños se hacen mayores, las clases de religión pierden alumnos y su presencia en el espectro educativo se minimiza»

Cuando el grupo de alumnos que estudian religión es mayoritario en clase, los que no participan en las lecciones son desviados a otras aulas. Allí reciben enseñanzas de refuerzo o atención educativa. En caso contrario, son los jóvenes que eligen las enseñanzas quienes son derivados. Siempre es necesaria la presencia de otro docente auxiliar.

El portavoz sindical también expuso que «todo el mundo sabe que existe un colectivo estable entorno a los 1.400 profesores de religión que apenas ha sufrido los recortes de los últimos años. Tienen un trato preferente. Responden ante las instituciones eclesiásticas a modo de patronal, pero es la conselleria de Educación quién paga sus nóminas. Y no tienen que aprobar una oposición. Los 48 millones que cuestan servirían para pagar las becas de transporte, libros o comedor. La Iglesia debería hacerse cargo de estos sueldos y las clases deberían realizarse fuera del horario escolar». Desde FETE-UGT consideran que el trato «preferente» se ilustra en la última relación de liberados sindicales. Según los datos aportados, el profesorado de religión católica contará este año con 16 delegados, que representarán a una media de 86 compañeros.

Los 63 portavoces de los claustros de enseñanza pública darán voz a una media de 825 profesores, mientras que los 64 liberados de la enseñanza privada serán los delegados de 250 docentes.

Zurita comentó que «este año hemos sufrido un tercer recorte entre los permanentes sindicales del sec tor público, lo que causa que tengamos menos delegados a pesar de ser tres veces más profesores que en la enseñanza privada. Si nos comparamos con los profesores de religión la cifra es aún más escandalosa: cuentan con once veces más delegados sindicales que nosotros. La conclusión es que la conselleria intenta acallar a un sector crítico que no se pliega a sus directrices».