Lo de los políticos valencianos da la risa. Somos tan sumisos y dóciles que a veces nos pasamos. Ahora resulta que la nueva directora general de RTVV, que deberá ser votada en el Parlamento, Rosa María Vidal, es un clon del director general de RTVE. Leopoldo González-Echenique es abogado del Estado como ella. Seguro que el perfil del de Madrid nos sirve a nosotros; así quedamos bien, deben razonar, con nuestros jefes instalados en la meseta. Nuestro Gobierno autonómico no ha tenido que pensar mucho: se busca mimetizar lo que hace el Estado central, no ya para «ofrenar» nada sino para agradar. Además qué perra les ha dado al PP con los abogados: desde la nueva directora general hasta sus cuatro consejeros son del gremio. A C9 igual le da por reponer la vieja serie Perry Mason.

La nueva ley de RTVV parece calcada en muchos aspectos a la de RTVE: la mayoría ponderada o absoluta al día siguiente para votar a sus representantes, la supresión de retribuciones a los consejeros, la falta de sindicalistas en el consejo de administración y así muchas más cosas. Aquí no se contempla que RTVE esté saneada ni las peculiaridades propias de nuestro endeudado ente como el idioma o la baja aceptación social. Mariola Cubells, una crítica de televisión muy solvente, en un periódico digital desgrana y enumera de forma magnífica algunas técnicas de manipulación masiva de la tele de Echenique. Eso sí no les diré dónde no vaya a ser que el futuro organigrama de la señora Vidal las quieran copiar a toda prisa.

Gobernar así está chupado. Basta con traducir textos del BOE al DOGV, basta con desglosar o concentrar consellerias para imitar a Rajoy cuando remodela su gobierno. En nuestra Comunidad, los argumentarios políticos se asumen como si fueran dictados escolares del supermaestro y demoscópico ministro José Ignacio Wert. Funcionamos como si leyéramos la prensa de Madrid y actuáramos luego de forma desfasada en el tiempo. Copiamos a destajo; y no de ahora, desde hace mucho tiempo. Incluso si echamos la vista atrás, el PSPV también gobernaba mirando de reojo muchas de las decisiones de Felipe González para importarlas ipso facto a nuestra Generalitat.

Somos autónomos sólo de boquilla. Para mantener una administración que actúe a rebufo de otra, para mirar cada día lo que hace el primo zumosol, no hace falta tanta burocracia ni tantos cargos públicos en la Generalitat. Y cuando somos los pioneros en algo es porque Madrid quiere utilizarnos de tubo de ensayo y nos proponen, por ejemplo, generalizar el modelo privatizador en la sanidad para ver si falla o chirría en algo. En serio, da pavor pensar en los sesudos asesores de nuestro Consell valorando próximas propuestas a imagen y semejanza de Madrid. Igual alguien propone presentar de alcaldesa de Valencia a la mujer del ex presidente Francisco Camps al estilo Ana Botella o alguien sugiere anticipar elecciones para desactivar la estrategia soberanista de Artur Mas o alguien recomienda al president Fabra que dé las gracias también a esa gran mayoría que no se manifiesta contra sus políticas de recortes. Nuestro autogobierno está abducido: hay que reconocerlo somos el equipo filial del señor Rajoy.