?

El futuro de Rafael Blasco deja sin duda en una situación complicada a su mujer, Consuelo Ciscar, que desde los tiempos en que Blasco comenzó a asesorar a Eduardo Zaplana se convirtió en el Pepito Grillo cultural del futuro presidente de la Generalitat. No sólo fue partícipe protagonista del programa electoral en materia cultural con el que el PP se presentaba a las elecciones de 1995, siendo ella entonces funcionaria de la Generalitat con el PSOE, sino que además ocupó diversos cargos de responsabilidad política- direcciones general, secretaría autonómica hasta la llegada a la dirección del IVAM hace ya ocho años- junto a los sucesivos consellers de Cultura de la Generalitat, tanto en tiempos de Zaplana como de Camps.

Pero ahora la situación se le presume mucho más complicada y su futuro más que incierto porque no tiene avales entre la bancada de Fabra, las enemistades políticas le han ido creciendo en los últimos años y los roces con sus superiores han sido vox populi. De hecho, el intento de incluir al IVAM en el holding cultural que prepara la Generalitat escondía un pulso para menguar su autonomía, algo frustrado por cuestiones legales. Su nombramiento como miembro del Consell de Cultura fue en su día interpretado como el primer paso de un futuro alejamiento de la primera línea de gestión y agradecimiento. La futura reducción de consejeros del CVC anunciada la pueden llegar a dejar en una encrucijada sin direcciones.