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El PSPV encarga un plan de viabilidad para sobrevivir a su hipoteca

La pérdida de militantes, las debacles electorales, los impagos y el descontrol del gasto han lastrado las cuentas. Su hipoteca mensual asciende a los 30.000 euros

francesc arabí

­No es socialmente comparable, pero el PSPV también conoce la angustia de tener que hacer frente cada mes al pago de la hipoteca. Su responsable de finanzas ha de hacer encaje de bolillos contable para sacar 30.000 euros doce veces al año e ir amortizando así el crédito que en su día suscribió el partido para levantar la sede de cuatro plantas en la calle Blanquerías.

La situación de ahogo económico del PSPV es tal que la ejecutiva de Ximo Puig ha tenido que encargar un estudio de viabilidad de la economía del partido que busca fundamentalmente encontrar fórmulas de generación de ingresos a través de la explotación comercial de la sede. La posibilidad de instalar un bar en la esquina con la peatonal calle de Les Roques es una de las opciones que en su día estuvo a punto de cuajar pero no se concretó el acuerdo con el empresario hostelero —el dueño del restaurante El Bobo— por discrepancias sobre el precio del alquiler. Otra vía sería sacar rendimiento a la terraza con vistas a las Torres de Serrans. Y la tercera, buscar una empresa que se haga cargo de las 40 plazas de aparcamiento, a ser posible a cambio de un canon por la gestión de alquileres a largo plazo.

Puig heredó unos números rojos de 9,5 millones, acumulados durante años de desfase entre ingresos y gastos. Una de sus primeras decisiones fue enviar un SOS a Ferraz. El líder del PSPV reclamó a la ejecutiva federal ayuda para al menos satisfacer la minuta jurídica por la personación en causas como Gürtel, una decisión que al menos sobre el papel respondía a una estrategia de todo el partido e indudablemente fue aprovechada políticamente también por Ferraz. De Madrid no ha llegado un solo euro. La posibilidad de aumentar ingresos no ha dado por ahora sus frutos. La caída en picado de la militancia, la pérdida de subvenciones por las catástrofes electorales o los impagos de esas ayudas por parte del Consell (adeuda actualmente más de medio millón al PSPV) han ido incrementando el agujero económico porque la carga de obligaciones de pago ha crecido en los últimos años. La actual dirección siempre ha recriminado a su antecesor Jorge Alarte haber disparado el gasto, entre otras razones por la excesiva carga de nóminas en Blanquerías, pero el exsecretario general aducía que ya se encontró una dinámica de fuerte desequilibrio entre ingresos y gastos.

Se deben hasta los autobuses

El problema principal es la citada hipoteca. Hasta tres veces han tenido que ampliar el crédito hipotecario para cubrir otras necesidades. La tercera, de dos millones, data de julio de 2010 y corresponde a Alarte. Tras recibir varios portazos (entre otros del BBVA y del Banco Popular), fue finalmente el Banco de Valencia quien concedió el dinero. Entre esta entidad, Bancaixa (hoy Bankia) y la CAM los socialistas adeudan unos 5,8 millones en crédito hipotecario.

El resto de gastos sí se están pudiendo recortar. En especial los del capítulo de personal, entre un 55% y un 60% respecto a 2010. Todavía será mayor el ajuste, a costa del ERE que se está llevando a cabo a escala federal. El expediente con el que se aprobarán los despidos, que afecta en primer lugar a mayores de 58 años, reducirá en una docena la plantilla del PSPV, que quedará en 20, según fuentes del partido.

Pese a las medidas de ajuste adoptadas, el PSPV siguen sin poder pagar al bufete del abogado Virgilio Latorre, a Juan Vergara, encargado de montar los actos del partido, a la imprenta Diazotec o a la empresa de autobuses Transvia. Solamente con esta última firma se acumularon unos 700.000 euros de deuda.

El partido vendió dos pisos y dos sedes y pidió un crédito para levantar el edificio de Blanquerías

La histórica sede de la calle Albacete, enferma de aluminosis, se vendió por unos 100 millones de pesetas. El partido tenía también dos pisos, a nombre de la sociedad Eivissa SL. Uno de ellos estaba situado en la calle Conde Trénor, junto a los Corts, y era ocupado por el entonces presidente de la Cámara Autonómica, Antonio García Miralles, cuando pernoctaba en Valencia. Se vendió por 14 millones de pesetas. El otro, en el que se alojaba el secretario de organización y finanzas por aquellos tiempos, Alberto Pérez Ferré, por 12,5 millones de pesetas. Entonces, (1997-98) se contaba en pesetas. El PSPV decidió, con Ignasi Pla de secretario de organización y Joan Romero secretario general, vender su patrimonio para abordar el 50% de la nueva sede. El secretario de organización en Ferraz era Ciprià Ciscar y prometió pagar la mitad de los 550 millones de pesetas que iba a costar, 3,3 millones de euros. El primer crédito hipotecario con Bancaja ascendía a 2,1 millones de euros a 25 años. Para levantar la sede también se vendió el local de la agrupación de Valencia en la calle Palleter. A los socialistas de la ciudad se les concedió, a cambio, la segunda planta de Blanquerías. Con el tiempo, les han ido arañando metros.

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