Luis, Toni y Ana son tres jóvenes valencianos con carrera que tuvieron que hacer las maletas en busca de un trabajo en el extranjero. Movidos por la necesidad de trabajar y labrarse un futuro muchos españoles responden a la ingente demanda de profesionales en otros países que además ofrecen unas condiciones laborales que son difíciles de encontrar en España.

Con 26 años, Luis dejó su Valencia natal irse a trabajar a Nueva York en lo que para él es "el centro del mundo" y en el país donde él asegura que "a nivel profesional las oportunidades son muy buenas".

Trabajar de informático en los EEUU ha sido desde siempre el objetivo de este ingeniero. Por eso, cuando terminó la carrera se dedicó casi exclusivamente, (cuenta que algunos días más de ocho horas), a buscar por internet trabajo en empresas norteamericanas. Además, durante este tiempo y de forma autodidacta, aprendió los programas y herramientas más demandados en las ofertas de empleo y que no había estudiado en la carrera. "La estrategia fue prepararse una carta de presentación y un curriculum específico para las empresas que más me interesaban". Todo ello con la ayuda de un profesor que le enseñó a desenvolverse en inglés en un ambiente laboral.

Desde enero de 2012 trabaja como ingeniero de software en ´La Gran Manzana´ con unas condiciones salariales, que según parece, le permiten pasar el mes cómodamente "me da para pagarme un apartamento en Manhattan, vivir y para ahorrar algo de dinero" y añade "A mi lo que me daría miedo sería quedarme".

Cada vez son más los que buscan una salida a la crisis fuera de España. Ante un panorama que se presenta con el desempleo juvenil por encima del 50% y con una tasa de paro que superará el 25,3 % en este año 2013 (OCDE), son más de 55.000 los españoles que han encontrado fuera del país una alternativa a una situación económica que parece tener cerrado el acceso a una generación de jóvenes con una elevada formación educativa y muchas ganas de trabajar.

Un futuro por delante

La cara amarga la representan aquellos casos donde emigrar se convierte en la única opción, como en el caso de Ana, cuya única salida fue marcharse.

Víctima de los recortes en educación, esta profesora de valenciano interina se vio obligada a regresar a casa con sus padres, vecinos de Mislata. "Me pasé el curso entero esperando a que me llamaran para hacer una sustitución", afirma. Con la bolsa de empleo parada y sin encontrar trabajo relacionado con su titulación, (licenciada en traducción e interpretación en inglés y francés), encontró por casualidad en Inglaterra una pequeña luz de esperanza después de ver como la crisis se llevaba por delante todo su futuro.

Ahora, mientras aguarda la homologación del título que le permitirá ejercer como profesora, esta valenciana de 30 años se gana la vida como 'au pair' y en alguna ocasión trabaja como camarera o "friegaplatos" en Reading, una ciudad industrial al oeste de Londres.

A pesar de que "los ingleses dicen que hay crisis", Ana asegura que allí hay oportunidades laborales, principalmente para las personas tituladas y con un buen nivel inglés. De hecho según cuenta, semana tras semana aumenta el número de los que llegan en busca de trabajo, de tal forma que los lugareños ironizan preguntándose "en qué momento habrá más españoles que ingleses allí".

De Paterna a Irlanda

Toni compatibilizaba su último curso de ingeniero de telecomunicaciones con prácticas en Parque Tecnológico de Paterna y además, con un trabajo de fin de semana en un supermercado 24 horas cuando le llegó la oportunidad de irse fuera a través del servicio de empleo de la Universitat Politécnica.

Animado por un amigo a dar el salto y con ganas de vivir por su cuenta, este valenciano hizo la maleta y marchó a Limerick, Irlanda, donde trabaja desde hace casi dos años para una prestigiosa empresa de microelectrónica.

"Salarialmente parece que España no puede competir con el resto de paises" con este argumento, este ingeniero de 27 años, justifica la fuga de cerebros y además afirma que para poder trabajar de su profesión hay tener la mente abierta para vivir en muchos países.

Hablando de las diferencias entre los dos países comentaba que le llama mucho la atención que allí los becarios cobran el salario mínimo (más de 1.400 euros mensuales) mientras que aquí en muchas empresas ni siquiera pagan el desplazamiento, cuando ir hasta lugares como Paterna requieren un vehículo y tiempo.

Define a irlandeses como gente muy hospitalaria. Aunque tiene un grupo de amigos españoles, también se esfuerza en integrarse con los lugareños, algo que considera "fundamental". Encantando con la vida allí, de momento no contempla volver.

"Algunas veces nos juntamos y decimos vamos a ver como está la situación en España a ver si nos volvemos, y es deprimente", comenta.