La escultura del artista castellonense Juan Ripollés que se ha convertido en la imagen más representativa de los daños ocasionados por el temporal de viento en Castelló esconde tras de sí una rocambolesca historia que se remonta hasta el año 2004. La firma Jujosa, encargada de los trabajos de remodelación de la avenida Valencia, ofreció al ayuntamiento como mejora en la propuesta que presentó para hacerse cargo de las obras la colocación de una escultura en dicha avenida como regalo a la ciudad. La pieza iba a convertirse en un principio en un homenaje a la paz, aunque posteriormente derivó en un homenaje a las víctimas del terrorismo.

Sin embargo, apenas dos años después, en 2006, el proyecto tuvo que cancelarse debido a que, por sus dimensiones, la rotonda de la citada avenida, de 15 metros de diámetro, era demasiado pequeña para acoger la escultura.

En aquel entonces se explicó que la pieza que estaba preparando el artista debía ubicarse en un espacio "de entre 50 y 60 metros de diámetro", puesto que la base de la escultura tenía que ir anclada al suelo a una determinada profundidad. En ese sentido, los representantes municipales también señalaron en aquel entonces que en este tramo de la vía había unos colectores subterráneos que podían verse afectados por el peso de la escultura.

Alternativas

Al año siguiente, en 2007, el Ayuntamiento de Castelló barajó la posibilidad de aprovechar la reforma del acceso Sur a la ciudad para colocar la escultura en la nueva rotonda que se iba a poner en marcha en la confluencia de la ronda Sur, la quadra la Salera y la carretera de Ribesalbes.

Sin embargo la ubicación tuvo que descartarse de nuevo. Debido al paso de un gasoducto tampoco había espacio suficiente para anclar el monumento, que para permanecer erguido necesitaba colocar en sus cimientos un cubo de unos 64 metros cúbicos de hormigón. De nuevo el proyecto quedó aplazado hasta que en 2010, seis años después de proyectarse, pudo colocarse en su emplazamiento actual, entre la ronda y la avenida Almassora.

Antes incluso de ser colocado el monumento tuvo que rehacerse. En febrero de 2008 el propio artista denunció el robo de la cabeza de una de las palomas que coronaban el monumento.

La pieza, de 250 kilos, estaba valorada en 10.000 euros y fue sustraida de un solar ubicado en las proximidades del Camí Fondo de Burriana que el artista empleaba para depositar las piezas de gran formato que no cabían en su taller. Ahora a estas vicisitudes se suman los daños ocasionados por el fuerte viento.

Punto de peregrinación

Precisamente la escultura se convirtió ayer en un punto de peregrinación. Numerosos vecinos y curiosos llegados de localidades vecinas aprovecharon el buen tiempo que caracterizó la jornada de ayer para desplazarse hasta el monumento y ver "in situ" el alcance de los daños.

Durante la jornada de hoy el alcalde de Castelló, Alfonso Bataller, junto con el propio artista y el ingeniero que elaboró el proyecto técnico se reunirán con lo técnicos municipales para analizar la situación y ver qué posibilidades existen para reparar el monumento. Según explicaron algunos de los ediles que el sábado se desplazaron hasta el propio monumento, una de las opciones sería "aprovechar que el brazo no se ha desprendido del todo para reforzar de nuevo el interior con nuevas piezas de hierro y volverlo a levantar". No obstante, serán los técnicos quienes decidan en última instancia.

Por otra parte, la Conselleria de Gobernación ha activado para la jornada de hoy la preemergencia de nivel naranja en toda la provincia de Castelló por vientos que podrían alcanzar los 100 kilómetros por hora en los municipios ubicados en la zona norte y los 90 km/h en el resto. En especial se espera que los vientos más fuertes se registren entre las primeras horas y hasta las 15 horas de la tarde.