La cesión de la Basílica de la Viren de Valencia al arzobispado ha puesto de actualidad el conflicto que se da con relativa asiduidad entre ayuntamientos e Iglesia a la hora de discernir de quién es la propiedad de determinados templos. En muchas ocasiones, es cuestión de quién llega antes a inscribirlo en el Registro de la Propiedad, aunque la Justicia suele dar la razón a la Iglesia si el caso llega a los tribunales.

LA COSTERA

Dinero público para la ermita del Puig pese a ser de la Iglesia

El caso más llamativo de conflicto entre la Iglesia y la administración local en Xàtiva es el protagonizado con motivo de la titularidad de la ermita gótica del Puig. Tras décadas de abandono y ruina, la corporación socialista de la época intentó escriturar a su nombre la ermita, ya que no estaba a nombre de nadie. Nada más iniciarse esas gestiones, en torno a 1994, y pese al sigilo de las mismas, la Iglesia recibió un soplo y el Arzobispado de Valencia se anotó la ermita. Esa acción limitó mucho las actuaciones posteriores ya que, por ejemplo, el alcalde de Xàtiva, Alfonso Rus, anunció años más tarde que con dinero público no se iba a rehabilitar «una cosa que no es nuestra». Se desdijo con posterioridad y desde 2003, la ermita está siendo remodelada con ayudas anuales de la Diputación de Valencia. Hay un convenio entre el ayuntamiento y la propietaria, la parroquia de Sant Pere, cuya contraprestación es casi insignificante: que cederá la ermita al ayuntamiento ocasionalmente para alguna actividad cultural concreta. Pero la iglesia ni se ha planteado revertir la titularidad. Y la ermita sigue siendo del clero pese a que jamás ha actuado sobre ella y no ha aportado nada a su mantenimiento ni rehabilitación, a parte de que está cerrada al culto desde hace cien años.

LA MARINA

Batalla perdida por la iglesia de Sant Bertomeu de Xàbia

La iglesia de Sant Bertomeu de Xàbia, del siglo XVI y una de las joyas valencianas del gótico tardío, figuró hasta los años 60 del pasado siglo en el inventario de bienes del ayuntamiento. Se daba por sabido que este templo, declarado monumento artístico nacional por el Gobierno de la República en 1931, era del pueblo.

Pero en agosto de 2009, el párroco de Xàbia acudió al registro de la propiedad y escrituró la iglesia a nombre del Arzobispado de Valencia. Para ese cambio de titularidad invocó el artículo 206 de la Ley Hipotecaria (normativa de época de Franco) y el uso religioso que se le ha dado a la iglesia desde «tiempo inmemorial». El ayuntamiento ha buscado los resquicios legales para recuperar la propiedad del templo. Pero los abogados a los que ha consultado coinciden en que la batalla legal con la diócesis está perdida de antemano.

LA RIBERA

El TC reconoce a la Iglesia la propiedad del santuario del Lluch

En la Ribera, el conflicto más sonado por la inscripción de un inmueble a nombre del Arzobispado se produjo en Alzira y derivó en un pleito que se prolongó once años aunque, finalmente, tanto el Tribunal Supremo como el Constitucional reconocieron a la Iglesia como legítima propietaria del santuario del Lluch al desestimar los argumentos del ayuntamiento, que había logrado una sentencia favorable en primera instancia.

El conflicto se inició en el año 1997 cuando, por sorpresa, la jerarquía eclesiástica inscribió en el Registro de la Propiedad a nombre del Arzobispado de Valencia la ermita de la Mare de Déu del Lluch, en base a un artículo de la Ley Hipotecaria que permite a la Iglesia inscribirse un bien con sólo una certificación del Ordinario del lugar si no existe un título escrito de dominio. El Ayuntamiento de Alzira impugnó esta inscripción y el juzgado de primera instancia reconoció en un primer momento que la ermita era de propiedad municipal, pero el recurso del arzobispado logró revocar esta primera sentencia y la Audiencia de Valencia primero y el Tribunal Supremo más tarde reconocieron a la Iglesia como titular. El ayuntamiento hizo un intento desesperado y acudió al Constitucional con un recurso de amparo que cuestionaba que en un estado aconfesional la Iglesia Católica pudiera mantener prerrogativas propias de las Administraciones Públicas, como la utilizada para inscribir a su nombre la ermita del Lluch, aunque el TC desestimó el mismo.

El conflicto que enfrentaba al Ayuntamiento de Alzira con el Arzobispado de Valencia por la propiedad del santuario ubicado en la Muntanyeta de San Salvador provocó una reacción del Ayuntamiento de Alberic que decidió inscribir a nombre la ermita de Santa Bárbara y, en este caso, fue el arzobispado el que recurrió a la Justicia, aunque al final retiró el pleito al llegar a un acuerdo con el consistorio por el que la titularidad del inmueble seguiría siendo municipal aunque se garantizaba el uso para el culto católico.

También en esa época, principios de la década pasada, la inscripción de bienes provocó un roce entre el Ayuntamiento de Sueca y el Arzobispado de Valencia que, en este caso, impulsó la inscripción a su nombre del templo de la Virgen de Sales. El litigio tampoco acabó en esta ocasión en los tribunales al alcanzar un acuerdo por el que, según fuentes consultadas, el templo figura como propiedad de la parroquia de Nuestra Señora de Sales de Sueca.

LA SAFOR

El arzobispado se queda una ermita construida por los vecinos

En el año 2007 el Ayuntamiento de Gandia y el Arzobispado de Valencia mantuvieron un litigio judicial a cuenta de la propiedad de la ermita de Marxuquera. El templo, construido hace ahora un siglo por los vecinos de esta partida rural alejada unos 5 kilómetros del núcleo urbano de la capital de la Safor, fue inscrito por el arzobispado a su nombre por considerar que era su propiedad. El templo era regentado por el sacerdote de Benirredrà. El ayuntamiento, en cambo, consideró que la titularidad le pertenecía por arraigo y porque tanto la ermita como la plaza en la que se sitúa fueron sufragadas por los vecinos y por el consistorio. El Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana le dio la razón al arzobispado.

EL CAMP DE MORVEDRE

El párroco de Faura evita que se urbanice la entrada a un templo

El caso más sonado en El Camp de Morvedre a la hora de escriturar un edificio religioso a favor del arzobispado se vivió a principios de los años ochenta en Faura, cuando el párroco inscribió la Ermita de Santa Bárbara. Los problemas surgieron poco después al querer el ayuntamiento urbanizar parte del camino de acceso, que también se había convertido en bien religioso, y el cura paralizó la obra.

Información elaborada por

A. Garzó, P. F., Rafa Herrero, Alfons Padilla, S. S.