La conclusión de una gran mayoría respecto a la corrupción es que todos los políticos son iguales y quien se mete en política es para sacar algo.

Afortunadamente en política hay muchas personas honestas, pero la gente no las vota. Hemos visto sacar mayorías absolutas a personajes absolutamente corruptos. El ciudadano tiene más responsabilidad de lo que piensa cuando ejerce su derecho de voto. Ahí está el papel de la cultura, las sociedades cultas también tienen casos de corrupción pero mucho menos y las consecuencias son contundentes borrando a los corruptos de la vida pública. Ahí está la diferencia.

¿Está curado de espanto, no le extrañan los casos de corrupción actuales?

No, lo sorprendente es que no hayan salido antes. La corrupción ha formado parte del sistema. Una de las causas ya la he dicho, ha sido la sustitución de los profesionales independientes y rigurosos por personas de carnet político en los ámbitos de gestión pública. Es una herencia que nos viene del franquismo: funcionarios leales a los partidos políticos en vez de al principio de legalidad. Por eso se han creado superestructuras de asesores responsables de áreas desde las que se difumina el control, se margina a los profesionales independientes a la vez que se desprestigia todo lo público. Es la inercia del franquismo y su administración de partido único, ineficiente y corrupta. Frente a ello loan la gestión privatizada, exaltan que lo público se ha de gestionar como la empresa privada y de estos polvos aquellos lodos… La empresa privada la gestiona su dueño como quiere, él es el único responsable. Trasladado a lo público, toman lo que es de todos por su cortijo particular, como si de sus negocios se tratara y ya sabemos que en el ámbito de los negocios particulares, las comisiones son una tradición mercantil muy consolidada, el 3 %, el 4 % el 5 %… Solo que en lo público esto significa repartirse el dinero de nuestros impuestos, estafar a la sociedad entera.