Entre la resignación y la tristeza, el llaurador Ramón Mampel desliza una opinión de palabras gruesas: «La gente del campo tiene una psicosis importante de si se encontrará o no con ladrones cuando vaya al campo». La reflexión de Mampel, secretario general de La Unió de Llauradors i Ramaders, encuentra su eco en Cristóbal Aguado, presidente de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja). «Muchos agricultores jubilados ya no quieren ir solos a sus campos y buscan ser acompañados. Yo mismo, en mis propias carnes, me he visto en situaciones embarazosas y me gusta ir con la azada al hombro, o con las tijeras o el serrucho en la mano, porque, si no, estás desprotegido. Pero no podemos ir con miedo a trabajar ni tampoco evitar ir al campo fuera del horario habitual por miedo a encontrarnos a un ladrón», proclama indignado.

Las consecuencias, a su juicio, pueden ser nefastas. «La inseguridad generada „pronostica el presidente de AVA„ aumentará los abandonos del campo porque muchos agricultores optarán por rendirse» ante tantas circunstancias adversas: caída de precios, impagos, robos, peligro. «Si se instala este miedo en el campo, estamos acabados», concluye.

Ambos representantes del mundo agrario coinciden en un punto: no basta con intensificar la vigilancia policial. Más perentoria es una «reforma del Código Penal». Sostiene Cristóbal Aguado que «las penas por robo en el campo son muy livianas y eso hace que el robo sea muy barato. Los ladrones han visto que pueden hacer del robo una profesión y que no pasa nada, porque robar en España sale muy barato. Y eso es muy peligroso». Ramón Mampel, que también pide juicios rápidos para los ladrones de cosechas, recalca que «habría que contabilizarse todo el mal que hacen los ladrones, no sólo el valor del material que se llevan, y los hurtos cometidos por una misma persona habrían de ser acumulativos para agravar su pena si es reincidente». Tanto AVA como La Unió piden a los agricultores que denuncien los robos para que esta realidad no sea invisible. Por desgracia, coinciden, un asesinato como el de Cheste era «una muerte anunciada».

Por su parte, la diputada socialista Vicenta Crespo reclamó ayer al Consell que aumente la dotación de agentes de vigilancia en las zonas agrarias y propuso cambios en el Código Penal, que no castiga a los ladrones porque en la mayoría de casos los robos no son considerados delitos sino una simple falta y ello agrava la sensación de «abandono» de los agricultores, denunció.