Acaba de ser elegida miembro del comité científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición. También es la presidenta de la Asociación Española de Toxicología.

¿Qué funciones desempeña el comité científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria?

Surgió a raíz de crisis alimentarias como «las vacas locas» y su función es estudiar los niveles de toxicidad en los alimentos, realizar investigaciones sobre salud alimentaria y velar por la seguridad y por la nutrición de los consumidores.

¿Qué nivel de «salud» tienen los alimentos españoles?

Lo mejor que tenemos en España es la seguridad de los alimentos. El consumidor puede estar tranquilo porque todo lo que compra está regulado y estudiado. Sin embargo, estamos adquiriendo hábitos nocivos para nosotros como consumir demasiada sal o muchas grasas que provocan una creciente obesidad.

¿Cómo afectan los recortes a la seguridad alimentaria?

Ahora hay muchos menos inspectores, menos personal y menos investigación, por lo tanto hay menos control en el ámbito de la seguridad alimentaria y eso va a perjudicar directamente al consumidor. Trabajamos con becarios y con equipos caros que hay que mantener. Si no recibimos apoyo económico por parte de la Comunitat Valenciana o del Ministerio de Sanidad no podremos continuar con nuestras investigaciones.

¿Ha tenido que paralizar algún proyecto científico?

Los recortes nos afectan de manera directa a todos los científicos. Por ejemplo, este año aún no han salido ni los créditos ni las becas para pagar investigaciones. Tendríamos que tenerlas en septiembre y aún esperamos. La repercusión es un desfase a nivel científico que empieza por la fuga de cerebros y acaba con un retraso productivo de 20 a 30 años. Vamos a dar un gran salto hacia atrás y la pena es que España siempre ha tenido mucho prestigio internacional, aunque esto cambiará.

¿Qué opina sobre el desperdicio diario de alimentos?

Por falta de conocimiento tiramos una cantidad de comida increíble. Ahora se ha cambiado la fecha de caducidad de los yogures por otra fecha «preferente» de consumo. Normalmente toda la comida que tiran los supermercados está en perfecto estado, sobre todo los productos envasados que tienen una vida útil mucho más larga y aún así acaban desperdiciados en los contenedores.