El colectivo cívico Movimiento Contra la Intolerancia y Acció Popular Contra la Impunitat han venido alertando en los últimos años de que la Comunitat Valenciana es uno de los territorios del Estado donde suceden más actos de violencia xenófoba y ultra. Agresiones a inmigrantes, indigentes y ataques a las sedes y militantes de partidos políticos progresistas y nacionalistas se han convertido en habituales sin que por ello hayan aumentado las detenciones por estos casos.

El conocido informe Raxen recoge y cuantifica este tipo de agresiones que alcanzan casi el centenar todos los años sólo en las comarcas valencianas. Uno de los último ataques de este tipo, aunque no se produjo en nuestro territorio, fue la brutal paliza que propinaron tres personas a un indigente que dormía en una calle madrileña. Los agresores fueron en las listas del partido xenófobo Alianza Nacional, el mismo grupo político del asesino confeso de Guillem Agulló, el también imputado por la «Operación Panzer» Pedro José Cuevas.

El informe Raxen de 2012 vuelve a revelar la gran actividad de individuos y grupos xenófobos en pueblos y ciudades valencianas. Entre ellos la actuación de un grupo de música filofascista italiano en un pub de Valencia o la charla de dos defensores de las teorías de extrema derecha en Castelló. Ambos fueron anulados por las denuncias en los medios de comunicación y las protestas sociales.

En 2012 también se produjeron agresiones a inmigrantes e indigentes, como el asesinato de Sylvester en la Nochevieja del 2011. Sus agresores fueron detenidos dos días después. Los partidos políticos de izquierda continúan siendo diana de los grupos ultras. Así, la sede de Compromís de Burjassot apareció llena de pintadas nazis o el veterano militante socialista Juan Ballesteros fue amenazado en la calle por un grupo de jóvenes que le gritaron «rojo de mierda». Hasta 15 bombas han explotado frente a sedes de partidos y ONG desde 2007.

Desde el colectivo llevan años solicitando la creación de una fiscalía contra los delitos de odio y xenófobos como tiene Cataluña.